lunes, 29 de noviembre de 2010

El silencio de las sirenas (Adelaida García Morales)

Ésta ha sido una de esas novelas que se comienzan leyendo casi por casualidad y al final se convierten en una muy grata sorpresa. Es el primer libro que leo de Adelaida García Morales y me ha hecho pensar que es de esos escritores y escritoras que trabajan bien, sin hacer ruido, sin buscar el éxito comercial, pero produciendo obras de verdad, con peso, y que deberían servir de referencia para 'el otro tipo' de literatura.

El silencio de las sirenas
es una excelente novela en la que la narradora relata la intensa historia de amor romántico, platónico e irreal de una extraña amiga a la que conoce en una aldea aislada de Las Alpujarras. 
La sólida unidad del conjunto de  la narración es obvia y claramente armónica. Primero tenemos ese espacio real de Las Alpujarras, que al mismo tiempo está casi aislado y ajeno al mundo histórico, como lo están sus habitantes y también la narradora y Elsa, la protagonista de la anécdota amorosa. Su vivencia es una vivencia personal y única, sin ramificaciones externas, como también único y singular se presenta el mundo de esa región. El tiempo narrativo  es un tempo lento, condensado, sin prisas  pero también sin pausas innecesarias. Igualmente, el tono se mantiene uniforme y controlado, pero tenso y nada monótono. La narradora va además dosificando las sorpresas y la intriga de forma paulatina e inquietante, haciendo crecer el sentimiento de incertidumbre y de la correspondiente ansiedad del lector de forma creciente e inevitable. El estilo no se complica innecesariamente y al mismo tiempo está muy por encima de cualquier atisbo de prosaísmo. Quizá alguien eche de menos un poco más de vuelo lírico y un vocabulario más amplio en algunos momentos, pero en su conjunto, ese estilo concentrado se ensambla muy bien con la intensidad de lo narrado, que se corresponde a su vez con la relativa brevedad del volumen.

Igualmente me han parecido muy logrados algunos de los recursos técnicos o argumentales de la novela: esas sesiones de curanderismo e hipnosis que ubican las emociones y sueños de Elsa entre lo imaginado, lo verosímil, lo real.... sin que los lectores ni la narradora consigan distinguir un ámbito del otro; esas cartas de Elsa que se hacen aparecer de repente, pero cuya procedencia no hace falta explicar con ningún truco metaliterario; esa figura de Agustín Valdés, la obsesión amorosa de Elsa, cuya consistencia o falta de la misma insiste en la condición de irreal realidad de toda la historia... Como limitación a esos logros, puede decirse si se quiere que no se trata de una novela-cosmovisión, que no ofrece una Weltanschauung, pero en este caso eso es sobre todo una limitación menor, porque tampoco era ése el objetivo de la autora y tampoco le hace falta a la historia.


Resumiendo, El silencio de las sirenas es una novela singular y única, bien trabajada y escrita sin prisas (desde 1979 a 1985), con todas sus piezas perfectamente armonizadas y que sólo puede decepcionar a los partidarios del realismo fotográfico. Una verdadera novela de amor, con la justa dosis de tópicos románticos, incluido el final. La novela  ganó el Premio Herralde de Novela en 1985, y desde esa fecha hasta 1992 tuvo al menos doce ediciones. (Adelaida García Morales: El silencio de las sirenas. Barcelona: Anagrama, 1985, 168 pp.).




jueves, 25 de noviembre de 2010

Aranmanoth (Ana María Matute)

A Ana María Matute, una de mis escritoras preferidas, le concedieron ayer, merecidamente, el Premio Cervantes de Literatura. Como pequeño homenaje recupero la reseña de su libro Aranmanoth, que había publicado en el blog hace unas semanas:

Novela que al final me ha dejado un buen sabor de boca, aunque he tenido que superar algunos pequeños baches. Entre esos baches: 1) el comienzo, al que le cuesta salir de los tópicos de los cuentos de hadas. Al capítulo final le pasa algo parecido, pero creo que es más original, 2) algunos bajones estilísticos, que hacen que algunos párrafos consten de demasiadas frases hechas o den la impresión de haber sido escritos rápidamente, como por encargo, y se hayan pasado por encima descripciones o momentos que hubieran sido necesarios. Como compensación, el resto de la novela está llena del lenguaje cuidado y poético de Matute, con momentos de excelentes aciertos y una combinación perfecta de diálogos, narraciones y descripciones.


El argumento nos lleva por ese mundo de la infancia problemática que la autora conoce tan bien y que ha sabido tratar con tanta personalidad en
Los niños tontos o en Historias de la Artámila. Pero en este caso su ambientación en un mundo a medio camino entre la Edad Media y los cuentos maravillosos presta a la historia y a los personajes unas características únicas, que hacen que toda la narración resulte al final un conjunto original, redondo y compacto. Tanto los encantadores personajes de Aranmanoth y Windumanoth como el más atormentado de Orso son completamente convincentes en ese mundo que combina lo real y o fantástico en una relación inestable y muy apropiada para anécdotas y tensiones de este tipo. El enamoramiento de los dos primeros personajes, la angustia de Aranmanoth acerca de su identidad, el sentimiento de nostalgia y los desengaños que va sufriendo Windumanoth a lo largo de la novela, esos 'personajes malos' que no se convierten en estereotipos... son una suma consecutiva de aciertos que crean un fuerte sentido de intriga en la lectura y hacen que el lector vuelque su empatía con la historia de manera intensa e inevitable.

El final es triste pero internamente lógico. Menos me ha gustado la visión pesimista del mundo y de la vida que se desprende de algunas reflexiones de la narradora o de alguno de los protagonistas.  De todos modos, y a nivel artístico, es una visión que queda perfectamente justificada en el mundo interno de una novela que se lee muy fácil, que no tiene complicaciones estructurales y que frecuenta esos momentos poéticos que redimen a la prosa de ser un simple vehículo informativo. (Ana María Matute: Aranmanoth, Barcelona: Destino, 2008, 191 pp.).



miércoles, 24 de noviembre de 2010

Literatura e Internet (2) (o 'Viaje al Parnaso' en la prensa)

Al autor de un blog siempre se le perdona que hable de sí mismo o haga un poco de promoción de su bitácora, así que allá voy. En la entrada anterior resumía algunas de las ideas o conclusiones del congreso de Málaga sobre 'Literatura e internet'. Un par de días después me invitaron a dar la misma charla en la Universidad de Toledo. La charla quedó reseñada en la prensa local en  en una noticia-entrevista y también en una breve nota. En la entrevista hay algunas afirmaciones donde se mezclan mis palabras con la propia interpretación del periodista, pero, en general, reflejan más o menos fielmente lo que quise decir. Las visitas al blog han aumentado desde entonces. Otra manera de comprobar que los medios impresos pueden ayudar y convivir con los electrónicos.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Literatura e Internet (1)

Acabo de regresar de Málaga (España) de un congreso sobre Literatura e Internet. Ha resultado muy interesante, entre otras cosas por la información acerca de las muchas direcciones en que se está desarrollando esta relación entre ambos. Algunas ideas, un poco desordenadas:

      1) Esa relación está afectando tanto a la creación de textos, como a su difusión  y a su lectura inmediata. 2) Ha favorecido la explosión de géneros como el microrrelato y está dando un empujón impresionante a la poesía y a la crítica independiente. 3) Al mismo tiempo está cambiando seriamente el panorama de los géneros literarios tradicionales y obligando a hablar de géneros y subgéneros ciberliterarios. 4) La inclusión de componentes hipertextuales, visuales, sonoros, así como la consecuente aparición de diferentes niveles textuales y de lectura, puede extender esos géneros y subgéneros hasta el infinito. 5) De todas formas hay que seguir distinguiendo entre cantidad y calidad. Una prueba de ello es el creciente número de antologías impresas de entradas, poemas,  microrrelatos y cuentos que han sido publicados previamente en formato electrónico. Internet se está convirtiendo en el banco de pruebas de muchos escritores pero el libro impreso sigue siendo visto como el punto de consagración. 6) Hay que establecer una clara disitinción entre literatura digital, que es la que sólo se puede leer en formato electrónico, y literatura digitalizada, que es la que procede de un formato impreso previo. 7) Los datos procedentes de medidores como Google Analytics pueden contribuir entender la recepción de una novela, de un autor, de un género en una manera más precisa, aunque todavía inexacta, que otros métodos utilizados hasta ahora (listas de libros más vendidos o reseñados, etc.) 8) Sigue siendo un campo en plena efervescencia, con muchas direcciones aún por determinar; algunas manifestaciones desaparecerán, otras se purificarán, y otras perfeccionarán o complicarán su formato actual. 9) En gran medida su futuro estará determinado también por las tendencias lectoras y creativas de las generaciones más jóvenes, la llamada generation text. Y 10) En este sentido, se puede convertir en un excelente medio de difusión de los clásicos, como ya ha podido comprobarse a través del de algunas lecturas en línea (un buen ejemplo en el blog La acequia  y su lectura de El Quijote).
    Personalmente, supongo que por ahora va a seguir habiendo cierta resistencia a la mezcla indiscriminada de ambos formatos. También creo que el texto impreso va a seguir manteniendo su aura de prestigio por encima del formato virtual. Pero también me parece innegable que los cambios y progresos tecnológicos van a obligar a la literatura a una especie de autorregeneración, en su momento creativo, en su difusión y en su lectura. El principal dilema será si la buena literatura puede aprovechar la tecnología para llegar a más lectores, para mejorar la calidad y para no perderse en especulaciones y experimentalismos que le alejen de su principal  misión: explicarnos quiénes sómos y cómo o por qué nos comportamos como lo hacemos.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Viejas historias y cuentos completos (Miguel Delibes)

Este volumen es también de necesaria lectura para todo seguidor de la narrativa breve contemporánea. Y sobre todo es un libro que se disfruta. Se disfrutan las historias, todas llenas de humanidad, de normalidad verosímil, sin necesidad de personajes ni situaciones extremas. A Delibes, como a otros grandes escritores, eso no le hace falta. La vida ordinaria, la intrahistoria de Unamuno, es lo suficientemente rica para proveer de material y situaciones con los que fabricar unos relatos entretenidos y llenos de verdad literaria. Por ellos discurrren los mundos y referentes habituales de Delibes: la vida rural castellana, esos niños a los que el mundo adulto no acaba de entender... las clases medias y pobres con sus luchas, sus miserias y sus ilusiones truncadas. Y se disfruta también el lenguaje, pleno de hallazgos felices, con un vocabulario amplísimo, con palabras únicas que parecen hechas para la frase en que aparecen, muy escueto en retoricismos. Y se disfruta también esa hábil naturalidad con que Delibes usa diferentes técnicas y voces narrativas, o combina monólogos, diálogos y descripciones.

     Quizá por razones biográficas (me crié en un area muy cercana a la de Delibes), los relatos que más me han llenado han sido los ambientados en la vida rural. En ellos 
la naturaleza parece llenar de vida a personajes y narrador y disminuir esa sensación de melancolía, tristeza o impotencia que les invade frente a un destino más bien trágico. Confieso que me he saltado casi todo el texto de "Los raíles" por tratarse de unos apuntes de una novela que se quedó a medio hacer. "La mortaja"  es uno de los cuentos necesarios del volumen, de hecho el que más le agradaba a su autor. Pero también me han llenado especialmente "El conejo"  y "Los nogales", quizá  también por razones biográficas. La única pega, me parece, es que a los personajes y al narrador les cuesta demasiado reír o sonreír, y es que, en el mejor sentido de la expresión, para Delibes 'la sombra del ciprés es alargada". Muy útil para ampliar el vocabulario de los alumnos, también porque los cuentos ambientados en la vida rural habrá que leerlos con un diccionario a mano.  (Miguel Delibes: Viejas historias y cuentos completos. Palencia: Menoscuarto, 2006, 530 pp.).




jueves, 11 de noviembre de 2010

La fuente de la vida (Lourdes Ortiz)

Creo que no puedo decir muchas cosas positivas de esta novela. Quizá lo mejor ha sido su intención (la denuncia del negocio de tráfico de órganos y de las adopciones ilegales) y el ritmo de lectura que se consigue al ir alternando dos historias análogas que ocurren en países más o menos exóticos (Perú, Rumanía) y que ciertamente tienen sus dosis de intriga e incertidumbre.

Sin embargo, como pieza literaria, en su conjunto, me parece más bien mediana. No por el lenguaje, que no es pobre ni opaco, aunque sí está empleado en un formato narrativo innecesariamente complejo, con demasiados saltos y vaivenes desde el narrador en tercera persona a los monólogos interiores, y también con excesivos vaivenes en el tiempo, que aparecen sobre todo al final, para crear en el desenlace un ritmo propio de una novela de aventuras. Para el lector novel todos estos recursos pueden resultarle entretenidos y hasta interesantes porque no osurecen el seguimiento de la historia. Sin embargo, me temo que para el lector más veterano no le van a parecer ni originales ni pertinentes, no creo que le muestren nada que no haya leído ya y que le lleven a descubrir tonos de originalidad en el estilo o en la perspectiva narrativa de la novela.


Lo peor de todo me parece el tratamiento de los personajes y de la historia en sí. Tanto esos personajes como su aventura resultan demasiado cotidianos, como si no tuvieran relieve o sigularidad para constituir una historia fuera de lo común o digna de ser contada en una novela. Están como envueltos en una nube que les impide ser individuales y moverse fuera de los tópicos. Casi todos los momentos y protagonistas parecen proceder de materiales reciclados y que el lector ya conoce a través del periódico, de la televisión, del cine o de otras novelas. No quiero decir que esos personajes protagonicen historias que nos podrían ocurrir a cualquiera de nosotros, sino más bien que al final de la novela el lector se queda con la sensación de no haber aprendido nada que no supiera ya, ni de haber conocido a esos personajes nuevos e inolvidables que cualquier buena novela lleva consigo. Ahí aparecen los malos-malos, los arrepentidos que luego colaboran con el bien, la mujer fatal y las chicas ingenuas y tontitas que cooperan con el héroe, sexo a tiempo y a destiempo, matones gordos y maolientes, etc., etc. 


Al final una novela buena por sus intenciones, pero muy corta en sus logros estéticos a causa de sus excesivos tópicos. Otro finalista de esos Planetas que es mejor pasar por alto. (Lourdes Ortiz: La fuente de la vida. Barcelona: Planeta, 1995, 292 pp.).


sábado, 6 de noviembre de 2010

¿Libros más vendidos? Ja, ja, ja...

Acabo de leer un estupendo artículo sobre la historia y manera de confección de las listas de los libros más vendidos. Por si a alguien le quedaban dudas, el número de deficiencias y posibles manipulaciones de tales listados es tan alta que parece el catálogo de promesas incumplidas de muchos políticos de turno. Aunque el artículo se centra en el ranking del New York Times y en el mercado estadounidense, creo que se puede aplicar a  medios semejantes y a prácticamente todos los países (que pueden darse el necesario lujo de leer).

Entre otras deficiencias sobresalen las siguientes: 1) A veces el libro se cuenta como vendido hasta tres veces: cuando sale de la editorial, cuando sale de la distribuidora y cuando sale de la librería. 2) A menudo no se cuentan los libros devueltos ni a la editorial, ni a la distribuidora ni a la librería. 3) Si la revista o el periódico pertenecen al mismo grupo empresarial que la editorial suele haber conflictos de  intereses y posicionamientos extraños (un ejemplo aquí). 4) Las listas suelen concentrarse en periodos de tiempo muy breves (una semana, un mes, etc.); el resultado sería muy diferente si abarcaran un año, un lustro, etc. Aquí ganan los clásicos y los llamados 'long-sellers' (El Quijote, Shakespeare, Biblia, ). 5) El tipo de librería consultada condiciona también los resultados, pues no es lo mismo la venta en una gran superficie que en una librería universitaria, o que en una de barrio y en una librería de antiguo...). 6) Existencia de casos en los que una subsidiaria de la editorial compra una gran cantidad de ejemplares de un título para hacer subir a ese título en el ranknig de ventas, 7) A veces los ejemplares regalados  para publicidad o reseñas se cuentan como libros vendidos. 8) Etc.

Y a todo esto podría añadirse ahora la venta de libros por internet, bien de librerías reales o virtuales, que creo que complica todavía más la cosa.

En fin, que no es que haya que despreciar esas listas pero tampoco hay que tomarlas muy en serio. Lo mejor es leerse las reseñas de blogs como éste :-), o como los que aparecen enlazados aquí, y luego invertir los dineros en libros que merezcan la pena (Laura J. Miller: "The Best-Seller as Marketing Tool and Historical Fiction." Book History 3 [2000], pp. 287-304).

lunes, 1 de noviembre de 2010

Las virtudes peligrosas (Ana María Moix)

Esta colección de cinco cuentos más o menos largos me ha parecido un poco desigual. Empezando con los méritos, no puede negarse la facilidad para la palabra y la fluidez léxica de la autora, cuyas palabras parecen nacer sin esfuerzo y llegar al final de cada cuento sin notarse desgastadas o repetitivas. Es un estilo de tonos 'proustianos', de frases largas aunque no excesivamente alambicadas o sinuosas. De todas formas no será fácil de leer para quienes gusten de sintaxis lineales y transparentes. También me ha convencido la intensidad que la autora logra en algunos de esos relatos, especialmente en "Los muertos", el que más me ha gustado, aunque también creo que en este caso hubiera convenido un tono más lúdico y menos angustioso por la intención satírica (hacia el mundo literario y cultural español) que late en el fondo del relato.

Menos me han convencido la perspectiva narrativa y la cosmovisión que se percibe en ellos. La voz narrativa es casi siempre una conciencia que narra o evoca desde el interior de sí misma, con poco o nulo espacio para el narrador externo o tradicional, o para  una presentación 'objetiva' de los hechos que permita al lector acercarse a éstos sin la mediación de una subjetividad tan absorbente. Al final, la atmósfera resultante es más bien claustrofóbica, y creo que más de un lector echará de menos un poco de aire libre. Desconozco el resto de la narrativa de Moix, y no  sé si usa otros registros o no; si lo hace, confío en que lo haga con tanta maestría como lo hace con éste; pero si no, la verdad es que me parecería más una limitación que un mérito.

Tampoco las anécdotas narradas me han acabado de llenar. Dos de ellas ("Érase una vez" y "El problema"), tienen cierta originalidad, aunque son demasiado tópicas en su posmodernidad. La primera es una deconstrucción de los cuentos tradicionales clásicos -algo que abunda y sobreabunda por ejemplo en el género del microrrelato- y la segunda es la reivindicación de la incertidumbre frente a cualquier certeza o cualquier identidad prefijada. Nada nuevo en este sentido. Finalmente, el relato que da título al cuento tiene sus momentos de intensa individualidad, pero en el fondo se queda en una revindicación ideológica demasiado obvia y simplificada como para considerarla verdaderamente humana. Como ejemplo, la autora lucha para hacer del general un personaje de carne y hueso pero al final se queda en un simple arquetipo  del patriarcado y la tradición. 


En resumen, una colección de relatos para admirar esa conciencia narrativa que se extiende invadiendo todos los espacios, para admirar también ese lenguaje tan bien unido  a esa conciencia y unos relatos que, en sí mismos, resultan redondos y bien acabados. Pero seguramente tampoco se podrá evitar un recelo hacia esas narraciones  con un sólo punto de vista, con una subjetividad casi obsesiva y con un clímax que no se da tanto en la anécdota cuanto en los vaivenes de esa voz que las relata y que deja al lector un campo de acción excesivamente reducido. El libro ganó el Premio Ciudad de Barcelona en 1985. (Ana María Moix: Las virtudes peligrosas. Barcelona. Lumen, 2002, 191 pp.).



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