sábado, 25 de diciembre de 2010

La primera Navidad, a través de Google, Twitter, Facebook, Wikipedia...

Sigo leyendo El tiempo entre costuras, que me está gustando bastante. Mientras lo termino, cuelgo aquí otro video navideño, esta vez 'más digital' que el anterior.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Feliz Navidad, Felices Fiestas, Próspero Año Nuevo y libros recomendados

Durante estas semanas voy a dejar descansar un poco el blog, seguramente hasta el 7 de enero, aunque quizá incluya alguna que otra entrada antes de esa fecha. Os dejo con un vídeo musical navideño y el enlace a mi lista de libros recomendados, por si queréis utilizarla  para vuestras lecturas de vacaciones o para los regalos correspondientes. Saludos, Feliz Navidad, Felices Fiestas, Próspero Año Nuevo y gracias por seguir viajando al Parnaso.


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sábado, 11 de diciembre de 2010

La muerte y las cerezas (Elena Santiago)

La muerte y las cerezas no es una novela floja, pero tampoco es de las que voy a incluir en mi lista de recomendaciones. Sobresale en ella sobre todo un lenguaje cuidado, que consigue huir del tópico y de la frase hecha en todo momento y que envuelve toda la narración en un tono evocativo y lírico en el que recuerdos, emociones y sugerencias se convierten en algo así como en la argamasa que da unidad estructural a la novela. Por ello la historia no se divide en capítulos sino en escenas sucesivas, incluso aquéllas que se refieren a momentos separados por un extenso lapso de tiempo. También se narra de forma lineal, sin más retrocesos temporales que los necesarios, siempre claros y justificados y con una serie de leitmotivs (las cerezas, los trasteros, etc.) que van encadenando todos esos momentos de forma unitaria.

Mis reparos vienen del argumento en sí. Me ha parecido depresivo y oscuro mucho más allá de los límites de la verosimilitud. Ese pereginar de Antonino de amor desgraciado en amor desgraciado, con suicidio final incluido; esa serie de mujeres (Dea, Manuelina, Rosa...) que por una razón o por otra lo engañan, lo tratan como al pelele del cuadro de Goya, o lo dejan de lado por la fuerza de las circunstancias, llevan a creer que el amor es una empresa imposible y destinada al fracaso. Por fortuna, la vida real sigue ofreciendo felices ejemplos  de lo contrario. Lo mismo pasa con la mayoría de los personajes secundarios: Polo, Claudia, Maxín, Federico,  Mela..., todos son personajes con vidas truncadas o dobles, que tampoco pueden o saben vivir en el amor... Obviamente, su interacción con Antonino no puede llevar más que al final ya mencionado. Junto a algunos momentos demasiado tópicos, como el asesinato y el posible asesino de Dea, sobran también algunos pasajes eróticos, aunque afortunadmente la autora tiende a presentarlos más por el lado sensual o lírico que por el fisiológico.

Pero en este sentido, lo peor es seguramente que esa densa oscuridad es el único tono de la novela, lo que hace que se pierda el sentido de intriga de la acción y que el lector pueda adivinar de antemano y casi con detalles  los desenlaces de esos episodios. Aunque existen algunos momentos climáticos bien logrados, como la reacción de Federico ante el moribundo Antonino, la mayor parte de las escenas y episodios amorosos se parecen demasiado entre sí y por ello también la lectura acaba resultando fatigosa, pues uno tiene la sensación de no avanzar o de estar leyendo simplemente variaciones de un mismo modelo.


Al final, una novela interesante en sus aspectos técnicos y lingüísticos pero más bien limitada y previsible en su mundo argumental. Y en este caso no creo que lo primero compense lo segundo. (Elena Santiago: La muerte y las cerezas: Palencia: Menoscuarto, 2009, 253 pp.).



jueves, 9 de diciembre de 2010

Invención para una duda (Antonio Prieto)


Creo que lo primero que tengo que decir de esta novela es que se trata de una narración metaliteraria y además bastante cargada de  reflexiones librescas e intelectualistas. Por ello no creo que sea del gusto de quienes buscan en la literatura historias más o menos reales o verosímiles ni de aquellos que leen buscando emociones y afectividades. Sin embargo, como juego de ficción y como metaliteratura, y también por algunas reflexiones concretas, como las que giran en torno al tiempo pasado y a episodios librescos de la historia cultural, resulta una obra interesante y bien lograda.
        El conjunto de la narración es más bien una historia fría si la juzgamos en términos convencionales. Aunque los dos nervios de la acción (las inquisiciones que el protagonista  hace tras haber descubierto que ha sido personaje de una  novela y las que giran en torno a la inexplicada muerte de otro de los coprotagonistas), proporcionan una dosis de intriga suficiente, ésta no acaba de tener el enganche o empuje que habría tenido en otro tipo de novelas. Esto se debe principalmente a que esas inquisiciones se van resolviendo a base de diálogos más bien filosóficos o intelectuales, que ralentizan la acción y reducen la carga emocional al mínimo imprescindible. Al mismo tiempo, esos diálogos son jugosos y originales,  con frases que son auténticos hallazgos en su contenido y en su estilo. Esto es especialmente visible en la segunda mitad del libro, pues en la primera, de vez en cuando, hay algunas frases o páginas donde la repetición de palabras o conceptos (ej. pág. 52) puede llevar a  pensar en una excesiva limitación léxica por parte del autor. De la misma manera hay que elogiar los numerosos guiños al lector que hace Antonio Prieto, como el alias de ese delincuente llamado Zapatos, que no puede dejar de evocar a cierto político español, o ese giro que se produce en las páginas finales de la novela, donde se da una vuelta de tuerca más a la confusión entre ficción y metaficción, para dejar toda la historia en una incertidumbre ideal. Eso creo que es lo que quiere decir el título del libro, que realmente es una invención (un encuentro, un invento, una ficción) para esa confusión de ámbitos y de identidades. 
        En resumen, una novela casi exclusiva para los aficionados a la metaliteratura, pero que en este ámbito funciona bastante bien, a pesar de algunas limitaciones mínimas de construcción o de lenguaje. (Antonio Prieto: Invención para una duda. Barcelona: Seix-Barral, 2006, 223 pp.). 

domingo, 5 de diciembre de 2010

El vaso de plata (Antoni Marí)

Otra agradable sorpresa, esta vez recomendada por un amigo. El libro consta de catorce anécdotas o cuentos que llevan como títulos las catorce obras de misericordia cristianas, aunque ni su contenido ni su orientación son propiamente religiosos. En su conjunto es una tierna recuperación del pasado, especialmente de la infancia y la adolescencia, a través de episodios más bien cotidianos a los que en su  momento final el narrador suele dar un giro que les hace únicos e inolvidables. El mundo que se recupera aquí es mucho más humano que literario, pues el autor sólo busca recrear el pasado personal vivido entre la familia, los amigos..., sin ficciones librescas, adornos culturalistas o forzadas verosimilitudes. Todo es humano, posible y, seguramente, cierto.

L
os cuentos están narrados desde  el yo autobiográfico, con sencillez, sin rebuscamientos estilísticos o narrativos. Los catorce episodios van repasando las emociones  humanas  (humor, solidaridad, compasión, dolor...) al compás de las diversas obras de misericordia, tocando muy fácil y amablemente los sentimientos del lector. Mis favoritos: "Sufrir con paciencia los defectos del prójimo" (humor) y "Rogar a Dios por vivos y difuntos" (dolor). En fin, un libro para todos. El vaso de plata ganó el Premio Ciudad de Barcelona y el Crítica Serra d'Or. Mi amigo lo recomienda, y yo también lo recomiendo. (Antoni Marí: El vaso de plata. Libros del Asteroide, 2008, 113 pp.).

jueves, 2 de diciembre de 2010

Mea culpa

Esto me pasa por hablar de libros que no he leído personalmente. Hace unos días tuve la oportunidad de ojear Todas las madres del mundo, de Gustavo Martín Garzo, libro al que previamente había dedicado una entrada en este blog. Y debo confesar que me llevé una decepción. Su contenido me pareció demasiado políticamente correcto y el lenguaje relamido y un poco artificial. Me recordó -con perdón- a Antonio Gala. La foto de portada me sigue gustando, pero no creo que deba recomendar un libro sólo por las apariencias. Y parece que Tan cerca del aire, la novela con la que Martín Garzo acaba de ganar el Premio Torrevieja, va por el mismo camino (ver reseña en Babelia). Entre mis próximas lecturas se encuentra La princesa manca. A ver si hay suerte.
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