lunes, 30 de septiembre de 2013

Antonio Muñoz Molina: Beltenebros

Habiendo empezado este blog la lectura de Muñoz Molina con El viento de la luna, una de sus peores novelas, no me habían quedado muchas ganas de seguirle leyendo y, a pesar de todo lo bueno que he oído de él, no he podido evitar una general actitud de escepticismo hacia toda su obra. Beltenebros ha hecho disminuir ese escepticismo, aunque no del todo. Es, sin duda alguna, una novela mucho más lograda que El viento de la luna, quizá porque el argumento de Beltenebros resulta más interesante y menos ególatra que el de El viento;  también me ha dado la impresión de que aquí el lenguaje está mucho más trabajado, sin limitaciones evidentes por ningún lado y con con una soltura y riqueza que podrían ponerse como referencia para otros escritores. 

     De la misma manera, el tono narrativo y el narrador en primera persona son consistentes y bien mantenidos a lo largo de toda la novela, aunque en algún caso me parece que el empleo de ese narrador obliga al autor a escenas de una verosimilitud un  poco forzada, sobre todo ésa en la que Darman es testigo -detrás de una cortina- del encuentro erótico entre Ugarte y Rebeca Osorio (hija). Después de repensar la novela, creo que sigue siendo un punto débil, aunque también muy difícil de solucionar de otra manera. Más me han gustado algunas sorpresas y giros con revelaciones inesperadas y ofrecidas en el momento justo pero de una forma natural sin el cálculo artificial de muchas novelas detectivescas. Igualmente me ha convencido la habilidad de Muñoz Molina para construir una historia compacta y al mismo tiempo intrigante con pocos personajes que son a la vez simples y complejos por sus dobles identidades. También se agradece la ausencia de esos personajes secundarios que tanto abundan en otras novelas de este tipo y que distraen innecesariamente al lector sin aportar nada de hondura a la historia. 


El final de Beltenebros no deja de
recordar, para bien o para mal,
a El fantasma de la ópera, 

la novela de Gaston Leroux
     De todas formas, tampoco todo me ha convencido completamente. Me imagino que con esta novela Muñoz Molina ha querido rendir un homenaje al cine negro o al cine clásico, y no creo que lector alguno pueda evitar esas asociaciones durante su lectura. El  problema es que esto, que puede ser un mérito relativo de Beltenebros, cuando lo ponemos junto a otras novelas como Los dominios del lobo, de Javier Maríaso muchas de las de Vila-Matas, producen la impresión de que ese cine clásico parece estar convirtiéndose en una fuente de argumentos de novelas en momentos en que los escritores pueden no tener mucho que decir, o no saben crear una literatura más cercana a la vida. Así se explica también otra de las limitaciones que veo en Beltenebros. Y es que esa cercanía o dependencia del cine hace que sus personajes no acaben de tener vida propia, que los identifiquemos con actores o estereotipos como Humphrey Bogart o Rita Hayworth. Aunque, por supuesto, no estoy en contra de este tipo de novelas, siempre he creído que la literatura no debe mostrar esa dependencia de otras artes de forma tan continua y hasta monótona.

    El otro homenaje que me parece que ha querido hacer Muñoz Molina es a algunos aspectos de  la literatura gótica o de folletín, sobre todo en los momentos finales en que Darman persigue a Ugarte por los pasadizos de la boite y del cine, y que no he podido leer sin asociarlos a El fantasma de la ópera, la novela de Gaston Leroux (mucho mejor que cualquiera de sus adaptaciones cinematográficas). El encuentro con la otra Rebeca y el final de Ugarte me han parecido demasiado peliculeros y más propios de una novela de aventuras que de una con pretensiones un poco más serias, como parecía plantearse al comienzo.

    No sé cuál será la siguiente novela de Muñoz Molina que vaya a leer, pero para ser positivos, Beltenebros me ha convencido de que su autor puede escribir cosas mucho mejores que El viento de la luna, y de que quizá pueda escribir una gran novela si sabe independizarse un poco más de la cultura o de sus fijaciones ideológicas y acercarse un poco más a la vida. Por eso, le doy tres estrellas, y por su final feliz y redentor -pero sin ñoneces- no le pongo la carita triste.


 

viernes, 20 de septiembre de 2013

Muñoz Molina me plagia un microrrelato (o viceversa)

He empezado a leer Beltenebros, de Muñoz Molina, con la esperanza de reonciliarme con él después del fiasco de El viento de la luna.  Y el caso es que nada más empezar, en el primer capítulo, me he llevado una mayúscula sorpresa, pues contiene un párrafo que parece sacado de un microrrelato que publiqué hace tiempo. O viceversa, es decir, que yo sea quien en los niveles del inconsciente le haya plagiado a él. La explicación que se me ocurre es que quizá yo, o quizá Muñoz Molina, o quizá los dos, tengamos un sosias literario, como el pintor de "Doblaje", el cuento de Julio Ramón Ribeyro, que nos haya soplado a mí o a Muñoz Molina el texto en cuestión. Como coincidencia más inquietante, creo que mi microrrelato es de 1996 o 1997 y la edición de Beltenebros que estoy leyendo es también de 1997 (la original es de  1989). Mi microrrelato se publicó en una antología bilingüe de textos breves editada por dos colegas 

Aquí el texto de Beltenebros: "Me dieron su foto y un sobre cerrado que contenía el pasaporte que él estaba esperando para poder huir y un fajo de extraños billetes españoles. Ése era el cebo, el pasaporte y el dinero que él había pedido, pero me dijeron que tuviera cuidado, porque recelaría, que nadie más que yo podría ir al interior y ejecutarlo sin peligro" (p. 13)

Aquí mi microrrelato: "Su trabajo de espía le había deparado un sinfín de emociones y fatigas, y ahora, ya al final de su carrera, veía con dulce impaciencia la llegada de su  jubilación. Su última misión de campo, además, se encontraba a punto de concluir: esperar al contacto ('Jimmy'), pronunciar la palabra convenida y extender su mano para recibir el diskette. Así de fácil. Sólo –le habían dicho tendría que mantenerse especialmente frío y sereno, porque el contacto era un tipo desconfiado y meticuloso, que haría fuego ante el menor imprevisto. Fue una lástima, pues, que su primer ataque de amnesia le llegara al saludar a 'Jimmy'.

martes, 10 de septiembre de 2013

Javier Marías: censurado y censor (y II) (o JM y la JMJ)

(Sigue de la entrada anterior)

El artículo de J. Marías censurado por el Grupo Correo 
Creed en nosotros 
Panorámica de la JMJ 2013.
La gente de la foto (unos tres millones
de personas), estaba 'también' 

esperando la salida a la venta 
del nuevo libro de Marías

(Javier Marías).- Mi arrojado vecino el Duque de Corso se ha topado con la Iglesia últimamente, o más bien con sus beatas y monaguillos más coléricos. (Ya estamos, descalificando a quienes piensan de forma diferente a nosotros. Si hubieras cambiado las palabras 'beatas' y 'monaguillos' por  'personas', quizá hubiera resultado mejor) Durante semanas he asistido a la furia de los lectores, bien representada aquí en la sección de cartas, y luego he leído, hace dos domingos, el eco que se hacía Pérez-Rafferty de las que no han visto más luz que la de sus fatigados, hartísimos ojos ("Resentido, naturalmente", tituló su columna).  

No pretendo terciar, cada cual libra las batallas que elige y al Capitán Sadwing no le hace falta ayuda en las suyas, ya pega mandobles y suele cargarlos de razón, encima. Pero la larga escaramuza me ha llevado a reflexionar un poco (no suelo: encuentro el tema carente de todo interés) sobre esta Oficial y Privilegiada Iglesia de nuestro país, aconfesional país en teoría. Y, de paso, sobre mi relación con ella y con las religiones en general. 



Javier Marías en la RAE
(justo antes de tomar un vuelo para ayudar a la 
Madre Teresa en los suburbios de Calcuta)

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