Novela de poeta, con sus pros y sus contras |
Como otras
novelas de poetas, también ésta se preocupa más de construir una atmósfera
densa que de inventar un argumento novelesco, y de ahondar más que en
desarrollar en la psicología de los personajes. Por ello, al final, tenemos una
novela con pocos personajes, pocos escenarios, bastante condensación temporal y numerosas recurrencias
simbólicas. Eso hace que al autor
le resulte más fácil conseguir mantener
un tono único en toda la narración, conseguido por ejemplo mediante el
escueto uso de los diálogos o la organización de cada capítulo a partir de unos
párrafos más o menos uniformes a lo largo de todo el libro, tanto por su
extensión como por sus construcciones estilísticas.
Quizá lo
que más me haya gustado es ese vaivén de leitmotivs que contribuyen a lo
agobiante y claustrofóbico del ambiente. Entre ellos están esas recurrentes descripciones
a la incomodidad que supone vivir rodeado de grúas y edificios en construcción,
o esas escenas en las que el adolescente narrador nos sitúa a medio camino
entre el sueño y la vigilia, las marcas de coches y partes del cuerpo de los
clientes de su hermana que recuerdan a ese padre muerto que no acaba de morirse
… Y sobre todo ese adolescente narrador,
que narra –autor de por medio– desde un enfoque relativamente ingenuo un
ambiente sórdido, de personajes egoístas y en donde la única posible redención –Martín–
es al final aniquilada por el mismo narrador-protagonista.
Como
resumen puedo decir que se trata de una novela densa y bien conseguida en su
nivel; sin embargo, al final, queda la impresión de ser una novela que no da
para más, que se agota en sí misma y que no permite más vuelos literarios o
imaginativos que los de una primera
lectura, salvo, quizá, su componente simbólico. Una especie de vuelta sobre el
complejo de Edipo, combinada con esa sordidez desesperanzada y pesimista que
tanto frecuentan algunos posmodernos españoles y que parece un laberinto del
que ninguno de ellos quiere o puede salir. (Justo Navarro: Hermana muerte. Madrid: Alfaguara, 119 pp.)