viernes, 10 de junio de 2011

Las mentiras sevillanas y burgalesas de Dan Brown

Según me decía un amigo editor, con las entradas de los blogs pasa un poco lo que con los libros:  una vez que se publican no hay forma de controlarlos, se te escapan de las manos y pasan a ser completamente de dominio público. De la misma manera, algunas de las entradas que uno espera que tengan bastantes visitas o/y comentarios, no llegan ni mucho menos a cumplir lo que se espera de ellas, mientras otras  empiezan a recibir visitas como si se tratasen de un/una 'celebrity' o un puesto de helados al lado de una piscina.  Esto último es lo que me ha ocurrido con varias de ellas, como la que dediqué a las mistificaciones de El Código Da Vinci y también con la reseña de Flores de plomo, de J.E. Zúñiga. Por ello recupero aquí la primera, que toca mi corazoncito de burgalés un poco más que la segunda:
          
De por sí y como explico en la presentación al blog, los best-sellers no son mi tipo de libro. Como les pasó a los sevillanos cuando se cabrearon por la ignorancia o mala leche con que Dan Brown retrataba Sevilla en La fortaleza digital, como burgalés me sentí ofendido por la falta de conocimiento de la iconografía artística del autor de El código Da Vinci. Resulta que en el museo de la catedral de Burgos tenemos una pintura de la Magdalena que incluso algunos atribuyen a Leonardo Da Vinci, aunque lo más seguro es que se trate de una obra salida de su taller, muy probablemente de los pinceles de su discípulo Giovan Pietro Rizzoli de Gianpetrino. Aquí la foto:
Obviamente, esta Magdalena no tiene nada que ver con la figura de 'María Magdalena' de La última cena de Da Vinci. Cualquiera medianamente experto en arte europeo sabe que la 'María Magdalena' del cuadro de Leonardo es realmente el apóstol san Juan, a quien se solía representar joven e incluso un poco afeminado, pues esta era la forma de resaltar su juventud frente a los demás discípulos de Jesús. Por el contrario la representación de María Magdalena obedecía, como en el caso de la burgalesa, al modelo de los penitentes, normalmente con cuerpo semidesnudo y pelo largo o alborotado. Abajo recojo un cuadro  de la época de Leonardo Da Vinci, titulado 'San Juan en Patmos' y obra de Hans Baldung (1511), que confirma lo que digo. Se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York:
En fin, las presunciones históricas de Dan Brown, para llorar. Cualquier parisino –como una de mis colegas me confirmó al respecto de la representación de Ciudad de las Luces en El código Da Vinci– nos diría lo mismo.
         El enlace a la reseña de Flores de plomo aquí.
         En otro orden de cosas, sigo con la lectura de Riña de gatos, que por ahora no me acaba de convencer. Ya veremos.
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