En la reseña de La rosa de plata, de Soledad Puértolas (16 de julio), decía que el triángulo amoroso formado por el rey Arturo, por su mujer, la reina Ginebra, y por Lanzarote, uno de los caballeros de la Mesa Redonda, se solucionaba de una forma original y nada tópica, o sea, saliéndose de los guiones de Hollywood. Cito del libro, primero las palabras de Arturo: "¡Pobre Ginebra! La amo ahora, Merlín, mucho más de lo que la he amado nunca y haré todo lo que sea posible para aliviar su sufrimiento. No soporto su dolor. Ahora veo que tengo que sacarla de la cartuja y llevármela a Camelot, que es su casa, y que mi destino es hacerla feliz, porque ya no me importan nada los asuntos del reino ni los de la Tabla Redonda"
Y ahora las de Ginebra: "Mi amor por el rey es profundísimo. Desde pequeña he soñado con él. Ha sido mi héroe y el de mi familia ... Los primeros años de mi matrimonio fueron de una felicidad tal que no soy capaz de describirla. La inteligencia y capacidad de gobierno del rey están fuera de toda duda, pero nunca hubiera imaginado yo que debajo de eso habitara un corazón tan sensible y delicado. Fue una fatalidad que apareciese Lanzarote del Lago en el momento en el que el rey se mostraba un poco distante conmigo, ocupado en campañas pacificadoras... Hay damas frívolas y superficiales que mantienen varios amores a la vez ... pero creo que es porque ellas no se han topado con un caballero como el mío, un caballero de la cabeza a los pies, con las manos dispuestas a la lucha y a la acción, el espíritu lleno de nobleza y valor y el corazón rebosante. Este es mi drama, querer amarlos a los dos y saber, en el fondo, que lo que le doy a uno se lo quito al otro ... A veces imagino que lo dejo y que me voy con Lanzarote del Lago a un país lejano. ¿Cuánto duraría la pasión? Quizá al cabo de los años, Lanzarote se pareciera al rey como es ahora mismo, quizá se volviera distante y melancólico. A lo mejor me falta fe. A lo mejor es que ya he vivido lo que tenía que vivir."