lunes, 30 de junio de 2014

Jesús Carrasco, 'Intemperie' y 'La Vanguardia'

Ahora estoy leyendo y ya a punto de terminar Intemperie, de Jesús Carrasco. Como suelo hacer con otros libros, antes de preparar mi reseña echo una ojeada a blogs y suplementos culturales para ver si me dan alguna idea o también para ver cómo han tratado al libro. Y a veces uno se lleva sorpresas un poco depresivas, como en este caso. 

Ésta es la fotografía elegida para la entrevista; puede ser una simple 
casualidad pero la cara de Carrasco se corresponde muy bien con 
el desánimo que pudo sentir mientras veía que la entrevista de 
La Vanguardia no ayudaba para nada a entender su libro.
Al leer la entrevista que le hicieron a Carrasco en La Vanguardia no he podido sino llevarme las manos a la cabeza y preguntarme si el periodista ha entendido el libro o incluso si lo ha leído. Cito parte de esa entrevista. Como veis, la última pregunta es patética, y deja claro que el entrevistador no ha llegado al décimo capítulo o lo ha leído en diagonal... Menos mal que Carrasco parece un tío educado y prefiere responder con paciencia y cortesía y no sacar los colores a nadie. Si algo así hubiera ocurrido con Pérez-Reverte, me imagino que en el mejor de los casos el murciano habría retado a un duelo al periodista, y, en el peor, se habría acordado de su santa madre. 

....
-Su relato es también una reivindicación del ganadero. ¿Es así?
-Es una de las muchas posibilidades que ofrece el texto.
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-¿Se siente ecologista?
-Primero habría que definir qué es ecologista. En principio es una etiqueta con la que no me siento cómodo
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- ¿España ama a sus animales? ¿Somos un país maltratador de animales?
- En primer lugar, en la novela no he tratado de retratar el carácter español o, particularmente, la relación del español con los animales
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-En su relato no sabemos las causas de esas persecuciones trágicas ¿Nos lo aclarará en próximas novelas?
- Bueno, yo creo que hay suficientes elementos en el texto para intuir los motivos por los que el niño huye. 

:-(   :-(   :-(   :-(   :-(rrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie Jesús Carrasco Intemperie


viernes, 20 de junio de 2014

Microrrelatos y macrotítulos

La literatura tiene esas cosas. Cada vez que te metes más en ella, más sopresas te llevas para al final acabar confirmando aquello de Sócrates de "sólo sé que no sé nada". Ahora que andamos de moda con los microrrelatos, investigando sobre literatura de siglos pasados me he encontrado con algunos títulos de folletos cuyo número de palabras equivaldría a un buen número de microrrelatos como el del dinosaurio de Monterroso. O como ese otro menos conocido recogido en La mano de la hormiga y que resultó de la respuesta de una hija a su padre, cuando éste le pidió que ella le contase un cuento: "Érase una vez un colorín colorado". O aquél otro que decía: "El extraño balido de la quinta oveja le tuvo toda la noche sin dormir".

      Como contraste y debajo de la foto, copio algunos macrotítulos de los folletos y libretos a los que me refería al comienzo, dos en castellano y uno en inglés. Y al final un título de un clásico español que casi es un microrrelato (la tercera edición de La Celestina).



      Del año 1653 es por ejemplo la  "Relación verdadera de la famosa vitoria que ha tenido el serenísimo señor Don Juan de Austria, contra las Armas de Francia en el sitio de Girona y lo que ha sucedido en el Principado de Cataluña desde que su Alteza rindió por fuerza de Armas la memorable Ciudad de Barcelona, que fue a 13 de octubre de 1652, hasta el socorro de Girona, que se dio el 24 de setiembre deste año de 1653Sevilla: Juan Gómez de Blas."

     Y de 1814 el publicado en Puebla (México) y titulado:  “Sermón moral, que para concluir el novenario celebrado en esta Santa Iglesia Catedral de la Puebla de los Angeles, a petición de su Muy Ilustre Ayuntamiento por vía de Desagravios a Jesús Nazareno y a la Santísima Virgen María de la Soledad, implorando la felicidad de nuestro soberano el señor don Fernando Séptimo (Q.D.G.) libre del cautiverio de Francia, y regresado al seno de su España, las lluvias que tanto se escasean con daño del público, y el buen éxito de las Armas Católicas en las presentes guerras, predicó el día 1 de julio de 1814 el doctor don…, Colegial y catedrático que fue en el Colegio Carolino de esta misma ciudad, Abogado de la Real Academia de México, Diputado por esta Provincia para el Supremo Congreso de las Cortes de España en los años de 13 y 14, Cura interino de Santa Clara Ocoyucan, propietario de Zapotitlán de las Salinas, y actual párroco por S.M., Vicario y Juez Eclesiástico de la Doctrina de la Resurrección en este Obispado, etc., Puebla, Oficina de Don Pedro de la Rosa."

      Y de 1762, este opúsculo de John Orr, archidiácono de Ferns: "The Theory of Religion, in its absolute internal state: In Three Parts. I. Of the Nature and End of Religion, its Rise and Progress in the Human Mind, and the Improvement and Reinforcement which it receives from the Revelation of the Gospel. II. Of the Evidences of Nature and Revealed Religion in general; with a review of some of the most material objections, which have been urged against them. III. Of the Excellence and Importance of True religion, with a Conclusion, in relation to the Persons, who disbelieve, or doubt of the Truth of Religion, and likewise to those who profess to be believers of it. London. A Millar." 


Portada del
 'Libro de Calixto y Melibea
y de la puta vieja Celestina' (ca.  1520)

martes, 10 de junio de 2014

Belén Gopegui: Lo real

Lo real, sin duda, la mejor
novela de Belén Gopegui

 que he leído hasta ahora
En este blog Belén Gopegui ha recibido suertes distintas, y por eso y pesar de algunas recomendaciones positivas, empecé a leer Lo real con bastantes prevenciones. Después de leer la contraportada, me temía que al final la novela fuera un nuevo panfleto con alguna página brillante, al modo de La conquista del aire y de Deseo de ser punk. Como he dejado claro en esas reseñas y en la de La escala de los mapas, la mejor Gopegui, que me parece también una de las mejores plumas actuales, es la menos política, la más humana y la más lírica. Y creo que en esta novela es donde mejor ha encontrado su voz.

    Y al final la lectura de Lo real, me ha confirmado esa presunción. Es, sin duda alguna, la mejor de las novelas suyas que he leído hasta ahora y también una de las mejores de todas las incluidas en este blog. No creo que sea casual que la novela haya quedado finalista al menos en tres importantes premios, dos de ellos bastante fiables: el de la Crítica de 2001, el Rómulo Gallegos de 2003 (el otro es el Fundación José Manuel Lara de Novela, de 2002, algo que no me dice mucho).

    Por comenzar con lo que más me ha gustado, creo que hay que reconocer que ese ensamblaje entre la voz narradora (Irene) y el amigo-compañero protagonista es a la vez complejo y perfecto. Ni se presta a confusiones de esas en las que nadie –a veces ni el propio autor sabe quién está hablando ni aburre con una monotonía que sólo permite cuestionar la capacidad del autor de turno para modelar más voces. Irene aparece y desaparece con naturalidad y sorpresa al mismo tiempo, como los ojos del Guadiana. La verdad es que salvo en algunos de los grandes, no recuerdo haber visto una combinación de ese tipo tan bien lograda.

    Al lado de ello, hay que poner sin duda alguna la presencia de ese coro colectivo que tanto recuerda a los coros de las tragedias clásicas (Edipo Rey, etc.) y que sin estridencias consigue dar a la trayectoria de Edmundo una dimensión épica que igualmente no recuerdo en ninguna novela contemporánea. A la vez, las reivindicaciones político-económicas de ese coro, que en La conquista del aire hubieran sido simples panfletos, aquí son mucho más humanas y menos partidistas, más generales y menos decrépito-marxistas-asamblearias. Y para acabar de rematarla, para bien, ese Edmundo que va de vengador-justiciero es en el fondo un personaje que creo que muchos de nosotros quisiéramos ser, es decir, y con algunos matices, la persona que moviéndose en la intrahistoria fuese capaz de dominar y controlar los poderes políticos para que estos miraran al ciudadano de a pie y no a sus propios ombligos.

    Igualmente, aunque están claras sus deudas con El conde de Montecristo, también queda claro que al contrario de El club Dumas, de Pérez-Reverte, Gopegui ha conseguido crear una historia completamente autónoma y modernizada. Y aunque este hecho confirme también la vitalidad de los clásicos,  Lo real es también un ejemplo de lo que deberían ser los reciclajes modernos de esos clásicos.

    En cuanto al lenguaje y a otros recursos, poco más puedo decir que no haya dicho ya a propósito de las demás novelas suyas: lirismo que no resulta empalagoso, sensación de ir hallazgo tras hallazgo y de  estar presenciado un descubrimiento continuo de las posibilidades del lenguaje etc., etc. Esta vez, sin embargo, he notado más algunas limitaciones del mismo, quizá debidos a la dificultad de Gopegui de separar su labor de narradora de su labor de guionista de cine.  Por ello, y como ocurre a muchas novelas escritas por poetas, en los diálogos parece hablar sólo una persona, no están individualizados, algo que obviamente perjudica la verosimilitud más clásicamente realista.

    Al final, una novela excelente e inteligente, lastrada en algunos detalles mínimos, pero donde su autora  ha encontrado su voz más personal y donde creo que los lectores se van a sentir más cómodos leyendo una historia y una denuncia que a muchos les hubiera gustado vivir o presenciar y que puede hacer olvidar los otros desfallecimientos de su autora. (Belén Gopegui: Lo real. Barcelona: Anagrama, 2001, 387 pp). 




Belén Gopegui Lo real Belén Gopegui Lo real Belén Gopegui Lo real
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