miércoles, 30 de octubre de 2013

Carlos Ruiz Zafón, 'La sombra del viento' y Halloween

Ésta es la tercera entrada que dedico a La sombra del viento; seguramente la novela no lo merece y por lo flojita que es mejor habría sido olvidarse de ella de una vez por todas y pasar a mejores suertes. Pero ha ocurrido que al leer la contraporta y las páginas de cortesía del libro no he podido sino quedarme con la boca abierta y  por la falta de ética y de competencia de la crítica al respecto (con alguna excepción, todo hay que decirlo). Muy propios todos ellos para asustar a cualquier lector medianamente exigente. Como si fueran uno de los monstruitos de Halloween. En la edición que he manejado la novela va antecedida por cuatro, sí, cuatro, páginas de elogios superlativos que no acabo de entender; no sé si se trata de una broma pesada o están todos ellos escritos por los agentes de prensa de Planeta o por el propio CRZ. Para más inri y desconcierto esos elogios proceden de algunos de los periódicos de 'más prestigio', como pueden ser el Sunday Times, el Daily Telegraph, Le Figaro, El Mundo, The Sunday Telegraph, etc. Obvia decir que ningún escritor de verdad necesita cuatro páginas de elogios para vender sus libros...

       Es difícil decir cuál de esos elogios tiene menos sentido, pero puestos a elegir me quedo con el del New York Times y el de El Mundo. El primero lo selecciono porque precisamente en mi entrada acerca de El juego del ángel, decía yo con otras palabras  que comparar a Ruiz Zafón con Borges era como comparar peras con manzanas; sencillamente son especies diferentes, muy diferentes. Para el New York Times parece que no es así,  y además CRZ sería capaz de emular no sólo a Borges sino  también a García Márquez y a Umberto Eco. Todo un "fénix de los ingenios" o un "monstruo de la naturaleza", como Lope de Vega. El comentario de El Mundo tampoco se queda atrás, aunque es un poco más ambiguo y deja espacio para interpretaciones un poco más malignas. Aquí van los elogios:


The New York Times: "García Márquez, Umberto Eco y Jorge Luis Borges se encuentran en un mágico y desbordante espectáculo de inquietante perspicacia y definitivamente maravilloso, escrito por el novelista español Carlos Ruiz Zafón" (sic, juro que la cita es literal)


El Mundo: "Las páginas de Ruiz Zafón ensimisman durante dos días a cuantos decidan leerlas. El talento narrativo de este hombre arrasa". Lo de los dos días puede querer decir que una vez que al lector se le haya pasado la fiebre y haya recuperado la cordura se dé cuenta de que todo haya sido una especie de pesadilla. La segunda parte lleva a una pregunta obvia, es decir ¿cuántas grandes novelas habrá leído quien dice que "el talento narrativo de este hombre arrasa"?.


Peras y manzanas, cada una en su sitio
Aquí un comentario de El Mundo, un poco más sensato, que agradezco a Josep, de Negritas y Cursivas, y aquí mi comentario acerca de la contraportada de El juego del ángel. (Y prometo que la próxima entrada no se la dedico, ni de lejos, a ninguna novela de RZ. Y también es una coincidencia que esta entrada la haya programado, sin premeditación ni alevosía, para la víspera de Halloween).

domingo, 20 de octubre de 2013

Carlos Ruiz Zafón: 'La sombra del viento'

'La sombra del viento',
'El juego del ángel' o
cómo plagiarse a sí mismo
Ha sido algo curioso lo que me ha pasado con este libro. Lo he leído después de El juego del ángel, que es la segunda novela de la trilogía de El cementerio de los libros, y que ya he comentado en este blog. Lo curioso, por decirlo así, es que ha habido muchos momentos, sobre todo en la primera mitad del libro, en que realmente no sabía si estaba volviendo a leer El juego del ángel o se trataba de verdad de una novela distinta. En otras palabras, los personajes, la ambientación, el lenguaje, el argumento de ambos libros resultaban tan semejantes que era casi imposible distinguirlos, y esto, obviamente, no habla nada bien de su autor. Uno puede entender que una novela de ambiente, que trate de crear un mundo propio, repita lugares e incluso personajes -como hacen Muñoz Molina en Mágina o Luis Mateo Díez en Celama-, pero cuando también el argumento y las situaciones particulares se repiten es cuando uno empieza a pensar que ese autor: 1) está tomando el pelo al lector, 2) está aprovechándose de su primer éxito sin escrúpulo alguno, 3) no tiene inventiva suficiente para ensanchar el mundo que ha querido crear... Sea cual sea la opción en la que encajemos a CRZ, me parece que si uno ha leído y sufrido La sombra del viento no merece la pena que lea y vuelva a sufrir con El juego del ángel, y viceversa. 

      Realmente lo único que me parece interesante y a lo que creo que CRZ podría sacar mucho más juego es al mundo literario del Cementerio de Libros Olvidados, que le podría dar para un buen número de aventuras metaliterarias y reflexiones acerca del poder y la perennidad de la literatura. Pero, por desgracia, el autor parece no saber aterrizar ahí ni sacarle provecho que podría. Por el contrario, nos llena el libro con  una  mezcla de historias góticas y  folletinescas que  al menos para mí nunca pasan de eso, y que por ello nunca consiguen revivir de verdad la Barcelona de la pre y la posguerra. Los personajes son una mezcla de figuras de novela del folletín del XIX, de personalidades actuales metidas con calzador en un escenario acartonado y en un argumento que sólo tiene como mérito el atar los muchos cabos que se han ido abriendo a lo largo de la narración. 


     Y esto por no hablar del lenguaje. Ya se ve que el autor no es un estilista ni tampoco parece preocuparle en absoluto. Apenas se notan vuelos o frases únicas y logradas, aunque haya, eso sí, muchas pretensiones de asombrar a los lectores menos exigentes. Además, si en El juego del ángel los diálogos entre sus personajes parecían estar encaminados a ver cuál de estos tenía la lengua más aguda y viperina, en La sombra del viento, la mayoría de ellos parecen estar hechos o pensados con y para la entrepierna, sobre todo los del priápico Fermín. Y esto hasta el punto de que me ha hecho pensar si su autor no tendrá por ahí algún complejo freudiano al que haya querido dar salida con esta novela. Escenas como la visita final al asilo con la prostituta de turno son realmente superfluas y bochornosas, con el agravante de que el autor las quiere hacer pasar por divertidas y necesarias para la trama. Por el contrario, la figura de Beatriz a la que se le podría haber dado una profundidad mucho mayor, queda al final reducida a un personaje de comparsa y completamente jibarizado al lado de otros como Fumero o la misma Nuria. En fin...



¿Es CRZ el Manuel Fernández y González del siglo XXI?
¿Cuántos se acuerdan hoy de MFG?
     Igualmente limitada me ha parecido la forma en que el narrador principal inserta otras voces narrativas en la historia (la de Jacinta, la del padre Fernando, la de Nuria)... Aunque algunos de estos recursos sean los propios de la novela de folletín, la verdad es que al final da la impresión de que el autor no es capaz de manejar esa polifonía de voces, y que esas intervenciones aparecen ahí no como deberían  sino siendo una mezcla de un narrador que no puede escribir de otra manera y al que le han salido tantos personajes y una acción tan complicada que no sabe qué hacer con todo ello y tiene que optar por la simpleza típica de los bestsellers. Justo lo contrario de las grandes novelas. Y en cuanto al final, tan tierno, si algún lector quiere leer algo semejante pero un poco más serio, le aconsejo el cuento "El cojo", de Max Aub, con el nacimiento de la simbólica Esperanza al final de la tragedia. Y lo mismo digo de los amores ignoradamente incestuosos entre Julián y Penélope; si alguien cree que eso es un hallazgo de CRZ, no tiene más que leerse cualquier novela más o menos folletinesca del XIX; se va a encontrar con situaciones análogas como para parar un tren (un solo ejemplo: Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde)...

    Obviamente, no es una novela  para recomendar a nadie. La única ventaja que puede tener sobre las novelas de folletín del XIX es el no estar escrita por entregas y por ello, el tener cierta consistencia argumental. Pero ni el estilo, ni los personajes, ni el ambiente  de época pueden tomarse en serio. Como más o menos apunté en la entrada dedicada a El juego del ángel, CRZ puede ser nuestro popular Manuel Fernández y González del siglo XX-XXI, pero de seguir así, le pasará como al del XIX, que hoy nadie se acuerda de él. (Carlos Ruiz Zafón: La sombra del viento. Barcelona: Planeta: 2012, 575 pp.).



jueves, 10 de octubre de 2013

Los ripios y estreñimientos de Carlos Ruiz Zafón ('La sombra del viento')

En una entrada anterior comentaba la presencia un poco inesperada de ripios en Riña de gatos, de Eduardo Mendoza, y en Dublinesca, de Vila-Matas. Digo inesperada porque en escritores que han llegado a veces a alturas ejemplares esto no deja de ser un poco decepcionante. Para ejemplificar esa cacofonía copiaba también un poema de Ramón de Campoamor, uno de los poetas ripiosos por excelencia. Estos días, leyendo La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, me he encontrado un ejemplo exactamente igual y no he podido resistir la tentación de copiarlo y dedicarle esta entrada. Pero en este caso no es sorpresa, porque el lenguaje y la altura estilística  de La sombra del viento es mucho menor que la de los otros dos libros. Como botón de muestra, una frase de CRZ acerca del estreñimiento, una frase que puede hacer que alguien decida abandonar para siempre su afición por la lectura, o al menos la de CRZ. Cito los ripios en prosa y la frase lapidaria acerca del estreñimiento ibérico:

"La casa roja relataba la atormentada vida de un misterioso individuo que asaltaba jugueterías y museos para robar muñecos y títeres, a los que posteriormente  arrancaba los ojos  y llevaba a su vivienda, un fantasmal invernadero abandonado a orillas del Sena (...) una señorita de la buena sociedad parisina, muy leída y fina ella, se enamoraba del ladrón. A medida que avanzaba el tortuoso romance (..) la heroína desentrañaba el misterio que llevaba al enigmático protagonista, que nunca revelaba su nombre" (pp. 40-41)


"Si tú eres más buena que el pan, Bernarda (...) Esta gente que ve el pecado en todas partes  está enferma del alma y, si me apuras, de los intestinos. La condición básica del beato ibérico es el estreñimiento crónico" (p. 63). 


Estilísticamente patético ¿no?

Y aquí, de nuevo, el poema de Campoamor  "El busto de nieve", que al compararlo con el párrafo de CRZ y con la frasecita en cuestión, podría pasar como una muestra de la 'gran literatura':


De amor tentado un penitente un día
con nieve un busto de mujer formaba,
y el cuerpo al busto con furor juntaba,
templando el fuego que en su pecho ardía.

Cuanto más con el busto el cuerpo unía,

más la nieve con fuego se mezclaba,
y de aquel santo el corazón se helaba,
y el busto de mujer se deshacía.

En tus luchas ¡oh amor de quien reniego!

siempre se une el invierno y el estío,
y si uno ama sin fe, quiere otro ciego.

Así te pasa a ti, corazón mío,

que uniendo ella su nieve con tu fuego,
por matar de calor, mueres de frío.


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