sábado, 8 de junio de 2013

Rafael Chirbes: 'Crematorio'

Una buena novela,
donde está ausente
la gente buena
Aunque ya la tenía en mi lista de libros pendientes, he leído esta novela al poco de haber sido elegida la segunda mejor mejor novela de lo que llevamos de siglo, después de La fiesta del chivo, de Vargas Llosa, y antes de Tu rostro mañana, de Javier Marías, en una reciente encuesta de ABC.  Todavía no he leído la novela de Vargas Llosa, pero, en cuanto a Crematorio, sí creo que es de lo mejor que he comentado en este blog, e incluso creo que podría decir que es la mejor, aunque eso no signifique que me guste todo lo que en ella se cuenta o se implica.

     Muchos la han catalogado como una de esas novelas totales, algo que me parece que cumple y bien. En este caso es algo que el autor consigue a través de lo que habla el variado grupo de personajes que hablan o el narrador por ellos. Aunque estos están conectados estrechamente por lazos familiares o profesionales,  son también lo suficientemente heterogéneos en lo social, lo político, o en su ficción particular  como para que sus discursos sean centrífugos o radiales y lleguen a tratar y abarcar todos los temas y motivos: familia, negocios,  cultura,  sexo, comida, vida social, política, religión, salud, moral,  etc., etc. Realmente ningún aspecto parece quedar fuera de sus palabras y todos esos discursos y personajes parecen formar una red que conecta a todos ellos estén más o menos distantes de uno o de otro.  Hasta ahora, en todas las novelas reseñadas en este blog no recuerdo ninguna parecida, o ninguna tan ambiciosa y que haya conseguido ese objetivo de forma tan lograda.

        Otra cosa que llamará la atención del lector es la disposición de esos discursos en capítulos de un solo párrafo, sin puntos aparte y sin diálogos, siendo el narrador o/y el personaje el propietario de la voz narrativa. Esto puede hacer difícil su lectura al público menos preparado, pero no puede negarse que concuerda con el tono y tema del libro. Es decir,  ese crematorio  es símbolo de la nada o la aniquilación en que, según Chirbes, vivimos todos. En otras palabras, el destino humano y de la vida social-política o familiar de la España en que se mueven esos personajes es una realidad tan agobiante  que no deja respirar al hombre, como este texto ahoga no da ningún tipo de tregua al lector. Si tenemos en cuenta que la novela se escribió en 2007, un año antes del comienzo de la gran crisis actual, la novela  incluso puede entenderse como una especie de profecía del colapso económico -y social-moral-, ya que el personaje y el movimiento central nace de Rubén Bartomeu, el constructor acerca del cual se mueve todo: una familia completamente disfuncional, unos negocios nada limpios, unos subordinados tan corruptos como sus competidores, una dependencia de las mafias rusas igualmente obligada, y un largo etcétera de desajustes similares.


El voluntariado, una actitud que no se refleja
en la  excelente pero pesimista novela de Chirbes
     En medio de esos monólogos se insertan además momentos de lirismo bien conseguidos, con enumeraciones caóticas o semicaóticas como recurso frecuente pero no agobiante, un mundo libresco y cultural que no ocupa todo (al contrario que en Enrique Vila-Matas), o unos discursos que no se desmienten a sí mismos continuamente ni pretenden confundir a nadie (Javier Marías, Javier Cercas), y además de muchos registros, recursos narrativos que Chirbes domina bien pero que usa en justo grado, sin abusar, etc…. Tampoco hace de ello una cosa política  ni echa la culpa al PSOE o al PP, al modo de Belén Gopegui. Todo este estado de desintegración es simplemente la condición humana y la vida real; nada más.

       En todo ese mundo es poco no tanto lo que se salva sino los asideros momentáneos que parecen ayudar a sobrellevar ese vacío: el arte, los placeres de la mesa y sobre todo un erotismo frecuente, frenético y despersonalizado … Por lo demás, los personajes son egoístas, rencorosos, vengativos, vacíos, superficiales, instintivos,  infieles, ingenuos, etc., etc. Y aquí es donde mi desacuerdo  con Chirbes es más radical, porque Crematorio puede llevar a pensar que todo el mundo es así y que ya no hay redención posible ni gestos heroicos.  Chirbes no deja hueco en ese mundo para conductas idealistas, para ONGs o actitudes como el voluntariado.... No caben ahí Cáritas, ni Médicos sin Fronteras, ni el trabajo de unos padres de familia que lucha por sacar adelante a un hijo enfermo o drogadicto, etc. Y, esto, obviamente, no coincide con lo real.

      Al final una novela totalizante que en sí, como obra literaria, puede ser la más o de las  más conseguidas en los últimos cincuenta años.  Lo cual no quiere decir que  la realidad, gracias a Dios, a los dioses  o a lo que sea (aquí estoy copiando a Chirbes), sea realmente así. Por lo menos la que yo conozco. Recomendada para lectores que no anden muy "depre". (Rafael Chirbes: Crematorio. Barcelona: Anagrama, 2007, 414 pp.).




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