lunes, 30 de noviembre de 2015

Alejandro Dumas: Los tres mosqueteros

Otro perfecto rompecabezas
de Duma
s
De Dumas había leído ya, traducido al español, El conde de Montecristo, que me dejó bien impresionado, sobre todo por la habilidad de su autor para encajar perfectamente las piezas de un rompecabezas. La verdad es que creía que eso iba ser exclusivo de esa novela, pues el argumento de una venganza calculada se prestaría perfectamente para ello, y no me esperaba que esto pudiera ocurrir también en una novela de aventuras como Los tres mosqueteros, que he escuchado en audiolibro. Uno no para de soprenderse de la habilidad de Dumas para tejer y destejer hilos, para abrir y cerrar microhistorietas, para que al final todo vuelva a encajar y todo quede perfectamente cerrado.

No recuerdo muy bien ninguna versión cinematográfica concreta de la novela, pero de ésta sí me parece que hay algunas cosas que no había captado en aquellas. Aquí van: 

1) El título puede desorientar un poco, pues el verdadero y principal protagonista es D'Artagnan. 
2) Él y los otros tres mosqueteros son, aparte de aguerridos y lanzados, unos donjuanes, a los cuales a veces les pierden sus aventuras con alguna mujer fatal. 
3) Las historietas amorosas de la reina y el duque de Buckingham, y algunas otras (D'Artagnan y Constance, etc), son en el libro otras piezas igualmente imprescendibles de la historia, pero creo que en el cine o en la tv no hay tiempo o espacio para cubrirlas. 
4) Algo semejante ocurre con el sitio de La Rochelle, con sus aventuras secundarias que, en el fondo no lo son tanto, y que al prescindir de ellas, las versiones filmadas no pueden dar idea de esta peculiar habilidad de Dumas. 
5) D'Artagnan, Milady y Richelieu son los personajes claves sobre los que gira el argumento  y toda la historia; los demás son secundarios pero imprescindibles; sin cada uno de ellos la novela sería como un rompecabezas que no se ha terminado. 
6) El anticlericalismo de Dumas es bastante notable, y algunas veces barato y tópico, como la escena de los clérigos que disputan sobre el tema de la tesis de Aramis. Éste es quizá uno de los momentos más prescindibles del relato, o de los más claramente metido con calzador. Igualmente, su caracterización de Richelieu es más bien maniquea, y no hace mucha justicia a la complejidad histórica de Armand Jean du Plesis. 
y 7) Como  buen escritor romántico que es su autor y como buena novela de folletín,  Los tres mosqueteros tiene a unos personajes dominados por pasiones como la venganza, el amor, el triunfo personal, etc., que son los verdaderos motores de la acción. Y no hay que esperar más, aunque no sea poco.

¿Merece la pena leerlo? Sí. Uno no deja de aprender de los clásicos, bien sea en sus contenidos -en este caso un poco superficiales- o en sus técnicas -en este caso, referencias obligadas-.

martes, 24 de noviembre de 2015

Arturo Pérez Reverte: 'La reina del sur'

En la entrada anterior mencionaba que para algunos críticos ésta puede ser la mejor novela de Arturo Pérez Reverte. Coincido con ellos en parte y digo que  también me ha parecido mejor que El club Dumas y, por supuesto, que las infumables historias de Alatriste. A La reina del sur no se le pueden quitar méritos, entre ellos la abundancia y propiedad del léxico coloquial mexicano y el del hampa narco en particular; igualmente, aunque la historia no se cuenta de forma líneal y hay varios saltos en el tiempo, éstos no son tan complicados como para perder al lector o distraerle con asuntos secundarios; en varios momentos la acción es realmente trepidante y entretenida; las líneas o cabos de la acción se atan y desatan con soltura y los momentos de tensión están bien organizados, para dar un constante crescendo a la historia. Y algunas cosas más, como algún momento de lirismo bastante conseguido y que no suele ser frecuente en el estilo de Reverte.

      El mayor mérito, sin embargo, me parece el derivado de la experiencia periodística de Pérez Reverte. Al contrario de lo que le pasa en Alatriste, donde esa  recreación de la vida y el lenguaje de la España de los Austrias suena a erudición muerta y acartonada (comparado con La gloria de Don Ramiro, de Enrique Larreta, por ejemplo), el mundo de La reina del sur es un mundo cercano, que se nota experimentado o visitado en carne propia  y en primera persona, y todos los datos sobre las maniobras de los narcos, las corrupciones políticas, las investigaciones policiales se perciben al alcance de la mano. También, si se quiere, uno puede entender como mérito de la deuda-homenaje y la cargada intertextualidad que Pérez Reverte sigue mostrando aquí con Alejandro Dumas, pues la novela en cierta parte es la historia de una venganza similar en trabazón a la de El conde de Montecristo, que además es también la lectura de cabecera de Teresa Mendoza, la protagonista.


      Pero las limitaciones no me parecen de escasa importancia tampoco, y coinciden en general con los tópicos del bestseller que enumeraba David Viñas en su libro  sobre este tipo de literatura,  aunque también hay que decir que en algunos de esos tópicos La reina del sur se contiene de forma meritoria: personajes estereotipados, el itinerario del personaje principal  como Bildungsroman, componentes didácticos innecesarios, sexo a tiempo y a destiempo (y aquí Reverte no consigue medirse), sentimentalismo facilón, frases o sentencias que quieren ser literarias o filosóficas y se quedan solo a medio camino, protagonista 'larger than life', exotismo, etc. 


       Mis mayores reparos vienen de esos personajes que no alcanzan a tener vida propia, pues siempre acaban estando cortados por la peculiar personalidad del autor, que hace que sus caracteres y acciones se parezcan demasiado a los de un spaguetti-western o a una novela de Marcial Lafuente Estefanía, con una acartonada mezcla de rudeza, hastío y, como dirían los mexicanos, de valemadrismo. No es que esto esté mal, pero sí me lo parece el hecho de que Reverte, al contrario de otros escritores, no sepa crear personajes diferentes. Aunque aquí no se cae en el fácil maniqueísmo de otros bestsellers  (todos los personajes parece moverse o al margen de la ley o al margen de una moral general), lo cierto es que sin personajes redondos y únicos es muy difícil hacer una novela digna, y menos que la historia que contar sea a la vez buena y profunda. 


       Por eso tampoco me gusta el final, todo lo electrizante que se quiera, pero demasiado peliculero y en nada semejante al de una novela bien redondeada. Es lo que los americanos llaman 'flat final', es decir, un final sin relieve, demasiado obvio y esperable. La conclusión recuerda irremediablemente a esas películas 'basadas en un hecho real' que se cierran contándote la vida que siguieron sus personajes.  Y que el autor te haga esto después de haber repetido por activa y por pasiva que la lectura es mejor que  la televisión el cine y que la literatura es quizá la única redención posible, no deja de ser seriamente contradictorio. 

     Y aparte dejo  el mundo sombrío o pesimista de la novela. Quizá no quepa otra posibilidad en un mundo de novela negra como el que se nos quiere pintar aquí, donde sí aparecen algunos personajes más o menos heroicos o idealistas, pero al final el cinismo y el sarcasmo son los que acaban dominando el cotarro. Por todo ello me parece que La reina del sur no es una mala novela, pero tampoco una narración de primer orden. Y sigo con la duda de que su autor sea capaz de escribir algún día esa gran novela que lo instale entre los grandes.  (Arturo Pérez Reverte: La reina del sur. Madrid: Punto de lectura, 2010, 522 pp.) 





martes, 17 de noviembre de 2015

'La reina del sur' debería venderse con diccionario (Arturo Pérez Reverte)


He empezado a leer La reina del sur, que para algunos es la mejor novela de Pérez Reverte. Hasta ahora no puedo desmentir esa opinión, pero lo que llevo leído tampoco me parece que sea para tirar cohetes. Un mérito que de todos modos sí tengo que reconocer es la riqueza y amplitud de vocabulario  que el autor maneja en los dos principales registros del libro, el del habla coloquial mexicana y el del léxico geográfico y marítimo. Con el primero estoy familiarizado por los años que llevo viviendo en el sur de Texas y las temporadas que he pasado en México, así que no he tenido muchos problemas para descifrarlo. El segundo me parece más lejano, por ser de tierra adentro y no haber navegado tanto como el Capitán Nemo.  Por eso he echado de menos algún mapa o glosario al final del libro. Pero también creo que la mayoría de los lectores se perderán más de una vez con tanto vocabulario nuevo o especializado. Esto, por supuesto, no es una limitación del escritor, pero sí puede serlo de la editorial, que quizá debería haber seguido el ejemplo de otras para obras semejantes. No sea que al final al lector se sienta naufragar, como les ocurre a los marineros del divertido microrrelato de Ana María Shua, que reproduzco abajo: 

"¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio."


Y la próxima semana, la reseña.

martes, 10 de noviembre de 2015

martes, 3 de noviembre de 2015

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