Mostrando entradas con la etiqueta Tizón (Eloy). Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tizón (Eloy). Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Eloy Tizón: Seda Salvaje


Ésta es la segunda novela que leo de Eloy Tizón. La primera fue Labia, que acabé incluyendo en mi lista de recomendados, lo mismo que creo que debo hacer en este caso.  Y lo hago por dos razones. La primera porque me parece bien escrita, con un estilo donde se nota el deseo del autor de crear un modo propio de hablar-escribir, y que evita los clichés y las frases hechas. La otra es que no me ha sonado a una repetición de su otra novela, ni en ese estilo ni en el tono o tipo de argumento que aquí aparecen. Y esto es de agradecer mucho, como oposición a esos escritores que parecen tener un solo registro o que una vez que han dado con una fórmula de cierto éxito –sean bestsellert o  no- la repiten por activa y por pasiva, por compromisos editoriales o por intereses extraliterarios.

Otro de los méritos me lo ha parecido la forma de organizar el argumento. Aunque el mundo que retrata es más pesimista de lo que me gustaría, Tizón no abunda en ello. Ese morbo por escarbar en la vida o en la identidad de los demás se aplica o se vive en varios casos para ejemplificar las miserias del protagonista  para luego pasar a concentrar esa conducta en uno particular que pueda servir a la vez como símbolo de todo ello pero evitando caer en una casuística innecesaria.  Por otro lado, ese argumento acarrea temas y cuestiones propias de la posmodernidad pero al mismo tiempo bien trabadas y sin insistencias innecesarias. Entre ellas están la fluidez de las identidades o la posibilidad de que esas actitudes voyeuristas  e inciviles se vuelvan contra uno mismo y acaben derrumbando toda posibilidad de convivencia social.

Como se ve, no es una novela para alegrar la vida a nadie, pero literariamente sí deja muy claro las posibilidades a las que su autor sería capaz de llegar. Tanto Labia como Seda salvaje, son dos buenas novelas cortas y las únicas que he leído de Tizón hasta ahora. Lo lógico entonces es esperar que su autor nos acabe entregando algún día una gran novela. (Eloy Tizón: Seda salvaje. Barcelona: Anagrama, 1995, 142 pp.). 


domingo, 6 de mayo de 2012

Hablar como escriben los poetas, o 'Labia', de Eloy Tizón

Hacía tiempo que no leía una novela como esta, creo que desde La escala de los mapas, de Belén Gopegui, y La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Con ellas comparte ese peculiar empleo del lenguaje lírico y cuidado, para narrar, en este caso, varias historias entrecruzadas. Y aquí es donde suele estar la clave para este tipo de escritura, porque ya desde el comienzo selecciona a sus lectores. Aquellos que vayan buscando un relato lineal y un lenguaje aséptico o neutro no creo que puedan disfrutarla. Quienes busquen una literatura un poco más exigente, tan preocupada por lo que se cuenta como por el cómo se cuenta y el intento del autor de trabajar  conseguir una voz y un estilo personal, encontrarán aquí un libro a la medida de sus expectativas y acabarán su lectura con la satisfacción de haber leído algo original y enriquecedor.

      Según la contraportada, el diccionario de María Moliner define la palabra "labia" como "la habilidad para decir cosas agradables o convencer con palabras." Y eso es lo que creo que aquí consigue muy bien Eloy Tizón. La voz o las voces que cuentan las historias parecen hablar por el gusto de hablar y relatar cosas nuevas, y también por el gusto de disfrutar con las posibilidades que ofrece el lenguaje sin necesidad de llegar a sofisticaciones estilísticas excesivas. Es un lenguaje lírico de la sencillez oral y la cotidianeidad. Lo cual va muy bien con las historias que se cuentan, que en general  recuerdan un poco a aquellos "primores de lo vulgar" Ortega y Gasset señalaba para los relatos y el estilo de Azorín. Ese grupo de historias o la anécdota vertebradora del joven protagonista no se suelen elevar al nivel de historias extraordinarias, y se quedarían más bien en el nivel  de la más humana intrahistoria que reivindicaba Unamuno. Aún así, el relato entre épico y fantasioso de Carlomagno y la princesa Mármara aclara también que Tizón puede llegar con éxito a otros registros diferentes, volviendo a demostrar que es un autor con labia, de la buena. O la singularidad de Óscar, el niño que no puede crecer, por poner otro ejemplo..., o la del escultor peregrino y agonizante en París....


     Con la historia central se identificarán fácilmente los lectores que quieran evocar la España de los 70 y los 80, que Tizón describe con tonos un poco pesimistas pero no amargados, y hasta con una independiente mirada crítica hacia algunos momentos o figuras culturales más estereotipados de la Transición. Lo cual también se agradece, después de tantas novelas reduccionistas o maniqueas al respecto.  En definitiva, un libro de esos que hay que leer por original y esperanzador, por mostrar que no todo en la novela española contemporánea son conformismos literarios o medianías políticas. Solo me queda agradecer a Lector Amateur el haberme sugerido la lectura de Tizón. Sin ello, este blog contaría con un libro menos en la lista de recomendados.





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...