martes, 12 de enero de 2016

Javier Marías: Tu rosto mañana (1. Fiebre y lanza)

Tu rostro mañana,
o nada nuevo bajo el sol
En mi reseña de Los enamoramientos comentaba mis “mixed feelings” acerca de las novelas de Javier Marías. Si por un lado reconozco que su estilo en general tiene unas cualidades muy personales, que la hacen envolvente y hasta hipnotizante a causa de su soltura y su fluidez, por otro, me decepcionaban y preocupaban tanto los parámetros intelectuales posmodernos de los que parecía no querer o poder salir, como la delicuescencia de la anécdota o argumento, que al final casi siempre acababa apareciendo como algo sumamente frágil, con muy poca entidad narrativa y como una excusa para cuestionar la capacidad de Marías de hilar argumentos un poco más complicados.


     Esta novela no ha cambiado esas opiniones, e incluso creo que ha agravado la parte más negativa de ellas. Realmente no noto ninguna diferencia de fondo con Los enamoramientos, escrita diez años después de la primera novela de esta trilogía, aunque también es cierto que quizá tenga que cambiar mi opinión una vez que acabe de leer las otras dos (si llega ese memorable día). De nuevo, tenemos aquí un lenguaje proustiano-benetiano, fluido y suelto, pero de sintaxis complicada, lleno de enumeraciones, disyunciones, anacolutos, diálogos en estilo libre indirecto, etc, etc, etc. Como digo, si por un lado Marías parece dominar muy bien este formato, por otro quizá deba preocupar que, como gran escritor que argumenta ser, no parezca capaz o no se atreva a intentar otros.

    Más me aburren sus pedaleos relativistas, es decir, todas esas expresiones donde continuamente se pone en duda lo que se ha dicho antes, lo que se está diciendo en ese momento o lo que va a contarse más adelante. Aunque en este sentido haya que reconocer que Marías tiene una especial habilidad para identificar muchas de las situaciones ordinarias en las que eso ocurre, también es cierto que al final la historia parece un continuo desmentido de sí misma y una continua defensa del escepticismo. Y si esto puede estar bien una  dos o incluso tres veces (Corazon tan blanco, Los enamoramientos, Negra espalda del tiempo), a la cuarta creo que el lector no va a dejar de aburrirse y preguntarse si este es el único tipo de novelas o mundos que sabe crear el autor.

    También es cierto que el ámbito que ha elegido en esta novela para mostrar eso (el mundo del espionaje y de las diferencias lingüísticas) resulta muy apropiado para todo ello, pero al mismo tiempo no puede evitar que quien lea la novela con esta perspectiva se aburra de forma soberana (como me ha pasado a mí) y adivine que a cada vuelta de la esquina vamos a encontrarnos con una duda, un desmentido, una doble versión, una mala traducción de algo, un doble personaje, un seudónimo que no es tal, etc. etc., etc. (y por cierto, alguna metedurita de pata como afirmar que en inglés no existe equivalente de la palabra “patria” cuando tenemos “fatherland, motherland, homeland” y no sólo “country”).

       En fin, que no la puedo recomendar ni darle una buena calificación. Me imagino que tendré que acabar la trilogía para ver si cambio de opinión y las otras dos son capaces de atenuar el aburrimiento y la monotonía que me ha producido ésta. Que así sea. (Javier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanza. Madrid: Alfaguara, 202, 475 pp.)


Javier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanzaJavier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanzaJavier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanzaJavier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanzaJavier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanzaJavier Marías: Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanza.


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