Quienes vais siguiendo este modesto blog os habréis dado cuenta que normalmente muestro cierto recelo hacia los bestsellers. Reconozco que muchos de ellos pueden ser entretenidos, pero la experiencia también me dice que en general no están bien escritos y no resisten un análisis crítico medianamente profundo. Por otro lado obedecen demasiado a los gustos concretos de la época y a los intereses del mercado, y a veces hasta parecen hechos en serie, como si fueran churros.
Esto último me lo ha venido a confirmar la ojeada que he echado al libro de Albert Zuckerman Writing the Blockbuster Novel, cuya traducción al castellano es Cómo escribir un bestseller (Barcelona: Grijalbo, 1996). No he leído la versión española pero en la original el libro se divide en doce capítulos, muchos de cuyos títulos recuerdan a un manual de montaje de una mesa o de un armario.Traduzco algunos de esos títulos: cómo estrechar las relaciones entre los personajes, preparación de escenas, las escenas grandiosas, enredando los hilos de la trama, cómo mantener el ritmo de la narración....
Es obvio que estos títulos guardan un escandaloso parecido con algunos manuales técnicos o mecánicos, algo así como: cómo comprobar el nivel de aceite del coche, cómo hacer que la repisa de tu cocina parezca más limpia, etc., etc... Obviamente no son consejos negativos, pero al leerlos a uno le da más la sensación de estar oyendo hablar a un vendedor de Ikea que a un escritor.
Con el tiempo -si no existe ya- no creo que tarde en aparecer un programa informático para escribir bestsellers, donde el programa te dé las diferentes variables y tú sólo tengas que rellenar los huecos correspondientes con los nombres de los personajes, las ciudades, el título, los sinónimos del diccionario que vendrá incorporado al programa, etc..., etc.
Y es que al final todos o casi todos los bestsellers tienen un destino muy semejante. Si no están bien escritos, desaparecen en las aguas del olvido y quedan sólo como piezas de interés arqueológico. Si están bien escritos, son originales y tienen verdadera humanidad pueden convertirse en clásicos y pasar a la envidiable lista de long-sellers, de libros como El Quijote, Macbeth, etc.
Resumiendo, y sin demonizar a nadie, los bestsellers pueden ser entretenidos, pero pocas veces prestan un servicio a la literatura y, lo que es peor, al lector, a no ser que a este le sirvan como motivación para arribar a la literatura de verdad. Los bestsellers deben verse como punto de partida y no como punto de llegada. Y esto, por cierto, parece que lo cumplen bien. Son ya bastantes los alumnos y amigos que han acabado aterrizando en los clásicos a través de los superventas.
(Hablando de programas informáticos para escribir literatura... algunos ya lo están intentando con la poesía... Ver este enlace).