Ésta es la
tercera novela que leo de Silva, también,
como las otras, de la serie de Vila y Chamorro.
Me ha parecido un poco mejor que La estrategia del agua, pero no tan
lograda como El alquimista impaciente.
En Los
cuerpos extraños, a Silva se le ven ganas e intentos de abrir caminos
nuevos a esta serie, bien sean los 'amoress' de Vila con Carolina o dramas
secundarios como el que aquí le toca padecer a Chamorro. Sin embargo me parece
que estos y otros semejantes, como el caso de la relación de Vila con su hijo,
se me quedan al final en meras anécdotas de relleno, que añaden un poco de
variedad o incluso humanidad a la novela, pero que realmente no llegan a
convertirse en historias con entidad propia. Como justificación puede aducirse
que todo ello sea quizá una exigencia literaria del género policiaco, y que
contra ello poco hay que hacer; sin embargo, el saber llegar a esos puntos es
lo que acaba distinguiendo a esos escritores que son superiores al género que cultivan
También en
lo positivo podría incluirse la buena integración en el argumento de toda la
parafernalia tecnológica usada por Vila y su equipo para resolver el caso. Ahí
proliferan el uso por buenos y malos de cuentas de correo electrónico, vídeos,
sms, wahtsapps, etc, etc. sin las cuales ni la trama en general ni la solución
del asesinato en particular hubieran sido posibles.
Sin
embargo, esa omnipresencia tecnológica tiene la contrapartida de reducir el
componente humano o intelectual del
argumento. Porque es obvio que cuando a todos los sospechosos se les pueden
pinchar los teléfonos, intervenir las cuentas de correo electrónico, de
Facebook, etc, al final lo único que tiene que hacer la policía es juntar todas
esas piezas y poner el nombre del culpable al final de la ecuación. Algo para
lo que quizá no haga falta ser policía. Es cierto que aquí este método
no es tan voraz como en La estrategia del
agua, donde el pinchazo telefónico solucionaba más de la mitad del caso,
pero también es cierto que comparado con El alquimista impaciente (o con otros
clásicos de la era prectecnológica: Simenon, Agatha Christie, Conan Doyle), el
esfuerzo intelectual de Vila y Chamorro me parece mucho más desvaído y la
solución del problema mucho más facilón.
También
creo que perjudican a la novela algunas cortinas de humo demasiado forzadas
(como la referida a la suegra de la víctima) o la sensación de que al final, la
elaboración de una galería de personajes tan amplia no ha podido evitar que
quedar demasiados cabos sueltos o que estos han sido soltados con demasiada ligereza (Antúnez, Carolina, etc.).
Otros
méritos sueltos de Silva me han parecido el personaje de Sandra Valls, el no
haberse dejado llevar por el morbo de algunas situaciones muy propicias a ello y las buenas intenciones
de denuncia de la corrupción general que persigue. En este sentido el título,
que queda explicado de manera similar a La
estrategia del agua y que hace referencia tanto a la víctima de la
corrupción como a quienes luchan contra ella, le hace a uno pensar si los incorruptos
están/estamos pasando a ser la excepción y nos encontramos en una imparable
cuesta abajo. Yo no soy tan pesimista, como comenté al reseñar Crematorio,la novela de Rafael Chirbes, pero tampoco tan ingenuo
como para creer que España necesita un rearme moral serio y que los políticos
son los más obligados a dar ejemplo. No estaría de más que esos políticos convirtieran esta novela en una lectura obligatoria para todos ellos.
Tampoco
creo que Karen Ortí, la alcaldesa asesinada que aquí se nos quiere poner como
ejemplo moral llegue a dar la talla. No
creo, por ejemplo, que poner los cuernos al marido casi una vez a la semana,
sea una referencia de lealtad a la palabra dada. Tengo mis teorías para explicar esta perspectiva de Silva, pero
creo que lo comentaré en una entrada independiente.
Finalmente, añado que esta vez Silva parece que se ha esforzado más por conseguir un lenguaje más trabajados, una gama de personajes más consistentes y unos diálogos más enteros. Todo esto tiene sus excepciones pero, como tónica general, hacen que Los cuerpos extraños sea una novela aceptable, aunque no excepcional. Tampoco creo que pueda esperarse más de una novela que se ha escrito, según se dice en las páginas finales, en poco menos de seis meses. (Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños. Barcelona: Destino, 2014, 352 pp.).
Finalmente, añado que esta vez Silva parece que se ha esforzado más por conseguir un lenguaje más trabajados, una gama de personajes más consistentes y unos diálogos más enteros. Todo esto tiene sus excepciones pero, como tónica general, hacen que Los cuerpos extraños sea una novela aceptable, aunque no excepcional. Tampoco creo que pueda esperarse más de una novela que se ha escrito, según se dice en las páginas finales, en poco menos de seis meses. (Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños. Barcelona: Destino, 2014, 352 pp.).
Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos extraños Lorenzo Silva: Los cuerpos