Elegí este
libro de Cercas para quitarme el mal sabor de boca que me había dejado La velocidad de la luz y, en menor
medida, Soldados de Salamina. Como
comentaba en las reseñas respectivas, La
velocidad de la luz me parecía una repetición casi automática de los
recursos metanarrativos o metanovelescos de Soldados
de Salamina, hasta el punto de ahogar todo atisbo de seria originalidad. De Soldados… aceptaba sin reparos la primera y la tercera parte, pero
la segunda me pareció un simple pastiche, un ‘copiar y pegar’ de alguna
biografía o tesis acerca de Sánchez Mazas, sin ninguna ambición estilística y
también sin nada que un lector no pudiera encontrar en cualquier enciclopedia
al respecto. Y esto no creo que sea de recibo en un escritor de primera línea.
Para evitar
un desengaño semejante elegí Anatomía de
un instante, el libro que Cercas dedicó al golpe del 23F, del que había
leído bastantes elogios. Me interesaba sobre todo para
conocer la faceta ‘periodística’ de Cercas y ver en qué medida podía
ensamblarse esta con su labor de novelista. Su lectura me recordó en parte la
de Soldados y la de La velocidad, sobre todo por su empleo
de algunos recursos como el leitmotiv, las acotaciones posmodernistas en la que
se matiza que un hecho puede recibir una o varias interpretaciones, y también
ese lenguaje suelto y fluido que sólo en algunas ocasiones acaba tropezando en
el prosaísmo. Mucho más me agradó y sorprendió al leerlo como un trabajo o una
crónica periodística; en esto me pareció ejemplar y un perfecto reflejo del
título. Lo que leí del libro, me
pareció un trabajo hecho a conciencia y fruto de una investigación seria y
múltiple en sus fuentes y en las perspectivas de éstas.
No logré
terminar el libro no tanto por razones de estilo como de contenido. Las luchas
y miserias de la vida política española no son un tema de mi predilección, y
quizá por ello, cuando llegué al momento en que la trama del golpe quedó
anulada (aquí la mejor palabra sería desArmada), perdí todo el interés por
seguir adelante. Lo que realmente me acabó interesando era saber cómo se
fraguó, cuál fue el papel de los principales implicados, cuál fue la intervención del Rey en todo el
asunto. Una vez que tuve esos datos, todo lo que siguió perdió todo interés
para mí. Además, a la vista de cómo estamos ahora, creo el tiempo me ha acabado
dando la razón. No parece haber sido mucho lo que el golpe habría podido
arreglar como tampoco fue mucho lo que su fracaso y el consiguiente desarrollo
político de la democracia ha conseguido para el bien de nuestro país. Las
subsiguientes legislaturas quizá hayan podido modernizar técnicamente el país, pero poco a poco han ido dejando que se
desintegren valores mucho más importantes, como han podido ser la educación, el
sentido de responsabilidad social, la honestidad política, la política
demográfica, etc, etc; y con todo eso, lo único que podemos tener es una crisis
como la que tenemos ahora de la que creo que todos ellos tienen la culpa.
Volviendo
al libro, reconozco que lo que leí, me entretuvo, me dio información que no
conocía y me pareció bien escrito y bien organizado. Además Cercas muestra una
gran capacidad de análisis y matices en un tema en el que podría haber sido muy
fácil caer en repeticiones y maniqueísmos ideológicos. En cuanto a esto, sí que
he de decir que el autor parece un poco escorado hacia la izquierda y que
algunas afirmaciones me suenan o un poco prejuiciadas o tendenciosas. No creo, por ejemplo, que
la situación cívica de 1936 y el consiguiente golpe-rebelión pueda compararse
con la de los años anteriores al golpe de 1981 (pág. 107). Entre otras cosas
porque la violencia de la Democracia era sobre todo de carácter terrorista, con
objetivos muy puntuales (militares o políticos), mientras que la del 36 me
parece más bien un desorden y una violencia civil generalizada en la que,
dependiendo de los casos, el gobierno hacía o no la vista gorda. Algo que creo que nunca
ocurrió con la violencia de ETA o el GRAPO. No estoy justificando el golpe del
36, pero tampoco me parece de recibo que Cercas quiera poner al mismo nivel
ambas reacciones militares.
Como digo,
no he terminado el libro, y no creo que vaya a continuar su lectura, pero por
lo menos me ha mostrado que Cercas es
capaz de escribir bien en otro tipo de género, y me hace confiar que la próxima
novela suya que lea sea mejor, al menos, que La velocidad de la luz. (Javier Cercas: Anatomía de un instante. Barcelona:
Mondadori, 2009, 463 pp.).