Novela de más intenciones que logros; o con técnicas ya tópicas que quizá quieren pasar por originales |
Y esta
novela de Trapiello no ha hecho más que confirmarme en esa idea. Está claro que
es una novela de buenas intenciones en un tema que hacen mucha falta, como es
insistir en el hecho de que en la Guerra Civil, como en todas las guerras, no
se pueden hacer clasificaciones simplistas entre buenos y malos, y que lo más
normal, como ocurrió en nuestra Guerra, es que haya conductas heroicas y ruines en los
dos bandos. Y que esas conductas heroicas y ruines continúen después, cuando
revisionismos como los de la Memoria Histórica se apropien el papel de dioses imparciales. Y, en esta novela, el hecho de que al
final todos los personajes acaben de una manera u otra degenerándose
humanamente o pagando las consecuencias de la resurrección de los fantasmas me
parece lo mejor del libro y del planteamiento de Trapiello. Pero, como novela, me parece que no funciona.
Y creo que
no funciona porque al final pesan más las disquisiciones y sermoneos de los
personajes en esa dirección que la propia humanidad de éstos. Es cierto que se
notan esfuerzos por individualizar a todos ellos, pero al final lo
que resulta es una novela de tesis, con estereotipos por todos los lados, una
novela de tesis sin recato alguno a pesar de que recibiera el Premio a la Mejor Novela de 2012. Técnicamente hablando, Ayer
no más tampoco me dice nada nuevo. La oralidad con que Trapiello hace
hablar a algunos personajes se me queda muy lejos de lo que he leído en Rulfo,
Pombo o Jiménez Lozano. Y de novelas corales o de voces múltiples, están siendo
ya tan abundantes que están haciendo
olvidar al autor-narrador y planteando la duda de si los escritores españoles
pueden emular a los grandes novelistas del XIX y no darles por superados. Y
aunque hay ejemplos logrados –en este caso me parece más conseguida El día de
mañana, de Martínez Pisón- me temo que está empezando a haber demasida comodidad en esta actitud.
De la misma
forma, ese giro final, donde el libro que estamos leyendo es también el libro
que el protagonista está escribiendo, ya empieza a ser demasiado frecuente. Ya
hablé un poco de ello acerca de Soldados de Salamina y de La velocidad de la luz, ambas de Javier
Cercas. La pequeña novedad en el libro de Trapiello es que incorpora la portada
a ese juego metaliterario, pero como estrategia y aunque puede sorprender en una
primera lectura del libro, no hay que pensar que sea nada extraordinariamente
original.