viernes, 10 de abril de 2015

Lo políticamente correcto, o cómo matar el lenguaje

Ya llevo un buen grupito de entradas dedicadas a la dictadura de lo 'políticamente correcto', según la cual -la frase no es mía- 'hay unas verdades que se pueden decir y otras que no'.  Obviamente la expresión en sí es una trampa, pues quien define lo 'correcto' no es sino el poder de turno, que cambia con el tiempo o con los votos. Pero como estamos en un blog literario, lo que aquí lo que me interesa es decir que esa corrección puede matar la literatura, la poesía, la libertad de expresión, o destruir los clásicos. Se mire como se mire no parece más que un eufemismo para la palabra 'censura' ...  A fuerza de ser políticamente correctos podemos acabar utilizando las palabras para no decir nada. 

¿Os imagináis pedir a Valle Inclán, a Baroja, a Blas de Otero o a Jiménez Lozano que fuesen políticamente correctos? Otra cosa es que tengamos que saber guardar el respeto a quien no piensa como nosotros, o como dice Habermas, que tengamos que seguir las reglas de la 'ética del discurso', donde el punto de partida es la igual dignidad de todos los interlocutores, sean estos hombres o mujeres, liberales o conservadores, creyentes o incrédulos, gais o 'straights'. Y otra cosa también es que juzguemos al pasado con esquemas del presente o que necesitemos una visita al psicólogo para que nos ayude a superar susceptibilidades enfermizas y acomplejadas ... y es que si no, podemos acabar como el pobre José Mota en este vídeo, víctima de la muerte de las palabras y las ideas

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