martes, 24 de noviembre de 2015

Arturo Pérez Reverte: 'La reina del sur'

En la entrada anterior mencionaba que para algunos críticos ésta puede ser la mejor novela de Arturo Pérez Reverte. Coincido con ellos en parte y digo que  también me ha parecido mejor que El club Dumas y, por supuesto, que las infumables historias de Alatriste. A La reina del sur no se le pueden quitar méritos, entre ellos la abundancia y propiedad del léxico coloquial mexicano y el del hampa narco en particular; igualmente, aunque la historia no se cuenta de forma líneal y hay varios saltos en el tiempo, éstos no son tan complicados como para perder al lector o distraerle con asuntos secundarios; en varios momentos la acción es realmente trepidante y entretenida; las líneas o cabos de la acción se atan y desatan con soltura y los momentos de tensión están bien organizados, para dar un constante crescendo a la historia. Y algunas cosas más, como algún momento de lirismo bastante conseguido y que no suele ser frecuente en el estilo de Reverte.

      El mayor mérito, sin embargo, me parece el derivado de la experiencia periodística de Pérez Reverte. Al contrario de lo que le pasa en Alatriste, donde esa  recreación de la vida y el lenguaje de la España de los Austrias suena a erudición muerta y acartonada (comparado con La gloria de Don Ramiro, de Enrique Larreta, por ejemplo), el mundo de La reina del sur es un mundo cercano, que se nota experimentado o visitado en carne propia  y en primera persona, y todos los datos sobre las maniobras de los narcos, las corrupciones políticas, las investigaciones policiales se perciben al alcance de la mano. También, si se quiere, uno puede entender como mérito de la deuda-homenaje y la cargada intertextualidad que Pérez Reverte sigue mostrando aquí con Alejandro Dumas, pues la novela en cierta parte es la historia de una venganza similar en trabazón a la de El conde de Montecristo, que además es también la lectura de cabecera de Teresa Mendoza, la protagonista.


      Pero las limitaciones no me parecen de escasa importancia tampoco, y coinciden en general con los tópicos del bestseller que enumeraba David Viñas en su libro  sobre este tipo de literatura,  aunque también hay que decir que en algunos de esos tópicos La reina del sur se contiene de forma meritoria: personajes estereotipados, el itinerario del personaje principal  como Bildungsroman, componentes didácticos innecesarios, sexo a tiempo y a destiempo (y aquí Reverte no consigue medirse), sentimentalismo facilón, frases o sentencias que quieren ser literarias o filosóficas y se quedan solo a medio camino, protagonista 'larger than life', exotismo, etc. 


       Mis mayores reparos vienen de esos personajes que no alcanzan a tener vida propia, pues siempre acaban estando cortados por la peculiar personalidad del autor, que hace que sus caracteres y acciones se parezcan demasiado a los de un spaguetti-western o a una novela de Marcial Lafuente Estefanía, con una acartonada mezcla de rudeza, hastío y, como dirían los mexicanos, de valemadrismo. No es que esto esté mal, pero sí me lo parece el hecho de que Reverte, al contrario de otros escritores, no sepa crear personajes diferentes. Aunque aquí no se cae en el fácil maniqueísmo de otros bestsellers  (todos los personajes parece moverse o al margen de la ley o al margen de una moral general), lo cierto es que sin personajes redondos y únicos es muy difícil hacer una novela digna, y menos que la historia que contar sea a la vez buena y profunda. 


       Por eso tampoco me gusta el final, todo lo electrizante que se quiera, pero demasiado peliculero y en nada semejante al de una novela bien redondeada. Es lo que los americanos llaman 'flat final', es decir, un final sin relieve, demasiado obvio y esperable. La conclusión recuerda irremediablemente a esas películas 'basadas en un hecho real' que se cierran contándote la vida que siguieron sus personajes.  Y que el autor te haga esto después de haber repetido por activa y por pasiva que la lectura es mejor que  la televisión el cine y que la literatura es quizá la única redención posible, no deja de ser seriamente contradictorio. 

     Y aparte dejo  el mundo sombrío o pesimista de la novela. Quizá no quepa otra posibilidad en un mundo de novela negra como el que se nos quiere pintar aquí, donde sí aparecen algunos personajes más o menos heroicos o idealistas, pero al final el cinismo y el sarcasmo son los que acaban dominando el cotarro. Por todo ello me parece que La reina del sur no es una mala novela, pero tampoco una narración de primer orden. Y sigo con la duda de que su autor sea capaz de escribir algún día esa gran novela que lo instale entre los grandes.  (Arturo Pérez Reverte: La reina del sur. Madrid: Punto de lectura, 2010, 522 pp.) 





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...