miércoles, 21 de abril de 2021

La novela negra y el matrimonio homosexual

Familia Kichwa (Amazonas)
Estos días estoy leyendo Muerte en primera clase, una novela de la serie de la jueza Mariana de Marco, de José María Guelbenzu. La novedad esta vez es que parte de la trama gira en torno al triángulo lésbico formado por Carmen, Ada y Dolores. No voy a revelar más de este lío, solo quiero comentar que asuntos como esto y la ninfomanía de la jueza, que aquí es presentada como tan atractiva para los homos y para lo heteros, pueden estar comprometiendo la esencia de la novela negra. 

Mi punto aquí es que estoy empezando a pensar que lo políticamente correcto estaría debilitando ese género en el sentido de que pasa a proponer una moral específica como algo viable y redentor, cuando lo suyo es, precisamente, señalar la disfuncionalidad de todo tipo de sistema. Y no sólo eso. Salvando las distancias, lo que hace aquí Guelbenzu me recuerda a aquellos pasajes de 1984 de Orwell en los que se reescribía la historia en función del ganador, sin que el funcionario-escriba tuviera ningún tipo de vida personal en ese trabajo. Y no deja de ser doloroso que a Guelbenzu se le pueda comparar con uno de los subordinados del GH. 

Por otro lado, si lo comparamos con Serpientes en el paraíso, de Giménez Barlett, donde la intriga se da entre tres parejas hetero, la verdad es que literariamente me parece mucho más rentable la combinación hetero, suele ser más compleja, producir situaciones con mucha más carga emocional y que llegan mucho más naturalmente a un público también mucho más amplio. ¿Quizá porque ese público es también más abundante? En cualquier caso, lo que sí parece quedar claro es que son literariamente más rentables. 

Además, con eso del rollo del matrimonio homosexual, se me vino otra idea a la cabeza. Me imaginé que en una tribu primitiva solo el matrimonio heterosexual garantiza la supervivencia de la tribu frente a los peligros naturales o frente a la rivalidad de otras tribus. Por eso, sigo imaginando, el matrimonio (hetero) se celebra tan a lo grande en todas las culturas. Por el contrario, sigo imaginando, un matrimonio homo no tendría ninguna funcionalidad tribal, o incluso sería antitribal, por no cooperar a la continuidad de la tribu. En fin, un rollete que no viene mucho a cuento, pero que también nos puede ayudar a ser un poco más críticos con las connivencias de la literatura con lo políticamente correcto. De nuevo, una pena que sea Guelbenzu el que nos haya llevado hasta aquí. 


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