P. El politólogo italiano Giovanni Sartori distinguen el multietnicismo, que debe ser defendido, frente a la trampa del multiculturalismo, que es indefendible cuando alberga tradiciones y valores contrarios a la legalidad democrática y a los mismos derechos humanos. ¿Cree que el multiculturalismo mal entendido es lo que nos impide en Occidente darnos cuenta de esa trampa?
R. Estoy en proceso de reflexión sobre qué es realmente el multiculturalismo; se nos ha situado automáticamente en la multiculturalidad y, en realidad, no pudimos escoger. ¿Era este el modelo que queríamos? Desde muy jovencita, sentía una especie de malestar frente a esta propuesta, pues tenía la sensación de que se estaban repartiendo los papeles y a mí me tocaba encarnar a la exótica, independientemente de los elementos particulares de mi procedencia o de mi propia historia.
Por tanto, creo que hay una perversión: se supone que el multiculturalismo era una opción ante la discriminación por razón de origen o religión y resultó ser una prisión identitaria. Nadie nos pidió nuestra opinión y si analizamos las verdaderas preocupaciones de los inmigrantes, sus demandas van en pos de la igualdad, de la ciudadanía plena, no del respeto por la diversidad o las particularidades étnicas o religiosas. Queremos ser iguales, no distintos.
P. Una trampa en forma de tópico desde la mirada de Occidente, como señaló Edward Said en Orientalismo.
R. Sí, como si no pudiéramos formar parte de esta sociedad si no ocupamos el lugar que se nos ha asignado, el de la alteridad y la diversidad. Yo quiero ser yo (y no otra) y con los mismos derechos […]