Es frecuente que en novelas y obras de teatro los autores pongan en boca de locos y niños, y borrachos también, esas frases llenas de verdades que los protagonistas y a veces los mismos lectores no quieren/queremos oír. Lo hacen, por ejemplo, Cervantes en El Quijote y en El licenciado Vidriera, Valle Inclán en sus Comedias bárbaras, y García Lorca en La casa de Bernarda Alba. Y también Álvaro Pombo en Donde las mujeres, con el hilarante personaje de tía Lucía. De esta última cito dos ejemplos, el primero de los cuales no sé si calificar de políticamente correcto o incorrecto. En el caso del segundo está claro, lo que no quiero es poner ejemplos. (De paso, recomiendo la lectura de la novela, que aparecerá reseñada aquí dentro de poco):
-"El último sueño de toda mujer verdaderamente femenina y bella es ser transportada en palanquín"
- "Ser imbécil es una bendición, sin duda..."