jueves, 10 de octubre de 2013

Los ripios y estreñimientos de Carlos Ruiz Zafón ('La sombra del viento')

En una entrada anterior comentaba la presencia un poco inesperada de ripios en Riña de gatos, de Eduardo Mendoza, y en Dublinesca, de Vila-Matas. Digo inesperada porque en escritores que han llegado a veces a alturas ejemplares esto no deja de ser un poco decepcionante. Para ejemplificar esa cacofonía copiaba también un poema de Ramón de Campoamor, uno de los poetas ripiosos por excelencia. Estos días, leyendo La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, me he encontrado un ejemplo exactamente igual y no he podido resistir la tentación de copiarlo y dedicarle esta entrada. Pero en este caso no es sorpresa, porque el lenguaje y la altura estilística  de La sombra del viento es mucho menor que la de los otros dos libros. Como botón de muestra, una frase de CRZ acerca del estreñimiento, una frase que puede hacer que alguien decida abandonar para siempre su afición por la lectura, o al menos la de CRZ. Cito los ripios en prosa y la frase lapidaria acerca del estreñimiento ibérico:

"La casa roja relataba la atormentada vida de un misterioso individuo que asaltaba jugueterías y museos para robar muñecos y títeres, a los que posteriormente  arrancaba los ojos  y llevaba a su vivienda, un fantasmal invernadero abandonado a orillas del Sena (...) una señorita de la buena sociedad parisina, muy leída y fina ella, se enamoraba del ladrón. A medida que avanzaba el tortuoso romance (..) la heroína desentrañaba el misterio que llevaba al enigmático protagonista, que nunca revelaba su nombre" (pp. 40-41)


"Si tú eres más buena que el pan, Bernarda (...) Esta gente que ve el pecado en todas partes  está enferma del alma y, si me apuras, de los intestinos. La condición básica del beato ibérico es el estreñimiento crónico" (p. 63). 


Estilísticamente patético ¿no?

Y aquí, de nuevo, el poema de Campoamor  "El busto de nieve", que al compararlo con el párrafo de CRZ y con la frasecita en cuestión, podría pasar como una muestra de la 'gran literatura':


De amor tentado un penitente un día
con nieve un busto de mujer formaba,
y el cuerpo al busto con furor juntaba,
templando el fuego que en su pecho ardía.

Cuanto más con el busto el cuerpo unía,

más la nieve con fuego se mezclaba,
y de aquel santo el corazón se helaba,
y el busto de mujer se deshacía.

En tus luchas ¡oh amor de quien reniego!

siempre se une el invierno y el estío,
y si uno ama sin fe, quiere otro ciego.

Así te pasa a ti, corazón mío,

que uniendo ella su nieve con tu fuego,
por matar de calor, mueres de frío.


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