Me hallará la muerte, de Juan Manuel de Prada, no pasa de ser un bestseller barroco |
En primer
lugar, sigue Prada con su innecesario barroco; entiendo que cada autor
es su estilo, pero también creo que todo buen escritor debe siempre estar un
poco insatisfecho consigo mismo en todos los órdenes; y si aquí el argumento y
personajes se parecen muy poco a los de la Las
esquinas del aire, ese barroquismo parece haberse anquilosado o incluso agravado.
Las frases siguen siendo ampulosas y la mirada de combate periodístico del
autor, lleno de arranques emocionales y verborrea de relleno, no ayuda para nada
ni al desarrollo natural de la historia ni a la individualización psicológica o
elocutiva de los personajes.
Y esto por
no comentar los muy probables anacronismos lingüísticos que se dan en la
novela: aunque no estoy completamente seguro, no creo que palabras como ‘bofia’,
‘trullo’, ‘interrupción del embarazo’ fueran de uso común en la España de los
40 y 50. También me parece que ubicar a los tecnócratas del franquismo en plena
década de los 50, cuando fueron más propios de fin de esa década y sobre todo de
la de los 60, no ayuda mucho a la verosimilitud histórica de la novela y más bien parecen un intento de desahogo o vendetta política del autor.
Tampoco me
ha convencido lo que podría considerarse el nervio principal de la historia, es
decir la trayectoria de Antonio, el principal protagonista. Sus comienzos de
ratero de poca monta en la España de la inmediata posguerra y sus duras
también cínicas experiencias en los campos de prisión soviéticos me
parecen que, tal como los describe el narrador, no pueden explicar al criminal
falto de todo tipo de escrúpulos en que llega convertido ese personaje a su
regreso de Rusia. Sobre todo, me parece que no se ha querido o podido ahondar
en los vaivenes que la conciencia de Antonio debería haber sufrido en esos años
de cautiverio, y de cómo luego eso pudo explicar su comportamiento al regreso.
Porque al
final Antonio, a pesar de las casi seiscientas páginas del libro, parece más un
estereotipo de personaje de aventuras (malo en este caso) que una figura de
carne y hueso. Además, podría cuestionarse la verosimilitud de su
transformación. Es decir, que el autor nos quiera hacer creer que la familia de
Gabriel Cifuentes no reconoce la diferencia entre la voz de Gabriel y la de
Antonio, a pesar de los años pasados, y sobre la que el autor no se pare a dar
ninguna explicación, es de esas convenciones más propias de un bestseller que de una novela que
pretende ser seria.
Juan Manuel de Prada Me hallará la muerte Juan Manuel de Prada Me hallará la muerte Juan Manuel de Prada Me hallará la muerte Juan Manuel de Prada Me hallará la muerte Juan Manuel de Prada Me hallará la muerte Juan Manuel de Prada Me hallará la muerte