lunes, 10 de marzo de 2014

Juan Manuel de Prada: ¿escritor católico?

 
Flannery O'Connor
Para alabarle o denigrarle, en la prensa convencional o en la blogosfera Juan Manuel de Prada aparece frecuentemente catalogado como escritor católico. Después de leer Me hallará la muerte (sus columnas de opinión apenas las conozco) y después de leer  "The Catholic Writer Today", un interesante artículo de  Dana Gioia, me parece que en Me hallará la muerte no tenemos propiamente un escritor católico profundo. Me explico brevemente. 

     Un verdadero escritor católico no es lo mismo que un apologeta, un moralista, un teólogo, un catequista, ni un escritor que de vez en cuando recurre a imágenes bíblicas para dar a esa narración un contenido más o menos religioso. Eso es como tener el catolicismo cogido por las puntas o ir por la vida de católico oficial.
Juan Manuel de Prada
  
        Los escritores católicos más serios (Flannery O' Connor, Tolkien) y especialmente los conversos (Francois Mauriac, Evelyn Waugh, Joris K. Hysman), escriben sobre todo para entender lo más hondo de la naturaleza humana, la agónica lucha entre el bien y el mal, la posiblidad de la redención o el perdón (no siempre exitosos). Sin embargo muy pocas veces moralizan, catequizan o alardean de conocimientos teológicos. Todo ello les lleva a crear unas historias y uno personajes más bien complejos e intensos, con pocos respiros, y donde, por supuesto, el final feliz o la justicia poética no son obligatorios, pues ya se sabe que en este mundo el trigo y la cizaña van a tener que convivir hasta el fin de los tiempos. Tampoco creo que estos escritores presentaran la sexualidad como lo hace de Prada, que no parece conocer la teología del cuerpo del Karol Wojtyla filósofo y cuyo erotismo va casi a la par del de Cincuenta sombras de grey.

    Y volviendo a los méritos de la mayoría de esos escritores católicos, todavía recuerdo mi lectura los cuentos completos de Flannery O'Connor, que simplemente no pude terminar en una sola sentada, pues cada uno de ellos me dejaba prácticamente agotado, por su intensidad y complejidades significativas. Algo que, en absoluto, me ha pasado, con Me hallará la muerte, donde, entre otras cosas, el malo acaba recibiendo su merecido al final, como en cualquier novela de aventuras. Tampoco me imagino a Prada escribiendo un diario como el de O'Connor, a punto de ser publicado.
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