martes, 10 de marzo de 2015

Antonio Muñoz Molina y Mario Vargas Llosa

Es la primera vez en la historia de este blog que he leído y reseñado dos ensayos de forma seguida. En las entradas respectivas he marcado lo que me convence y lo que no me convence de cada uno de ellos; ahora me interesa compararlos, por aquello que decía alguien de que el contraste es uno de los mejores recursos para entendernos y entender a los demás. 

Vargas Llosa expone la frivolidad en que la sociedad moderna está convirtiendo el hecho cultural y no acusa de ello a la maldad del dinero, quizá por su ideología liberal-conservadora.

Muñoz Molina explica cómo la sumisión al dinero y la falta de convicciones éticas está en el fundamento de esta cultura de oropel y apariencias, y del descalabro socioecómico de la España actual.

Vargas Llosa insiste en la falta de altura estética de muchas producciones
culturales contemporáneas, especialmente en la televisión o el cine.

Muñoz Molina ejemplifica como esa falta de exigencia estética es a la vez causa y resultado de la decadencia ética social.

Vargas Llosa es más pesimista y apocalíptico que Muñoz Molina, y le cuesta mucho ver la posibilidad de una recuperación de la alta cultura. Quizá se explique porque su esteticismo resulta demasiado libresco para alcanzar a la vida real.

La propuesta regeneradora de Muñoz Molina me parece viable y discreta, muy en la línea de lo que J. Habermas comenta en sus tratados sobre la ética del discurso y sobre las sociedades post-seculares. No sé si Muñoz Molina ha leído a Habermas, pero si no lo ha hecho le vendría bien para seguir desarrollando estas ideas y conseguir que más gente se suba al carro.

Y en cuanto al estilo, la verdad es que Todo lo que era sólido me ha parecido más cuidado y (valga el chiste malo) más sólido  que La civilización del espectáculo. Seguramente se debe a que el libro de Vargas Llosa recoge materiales heterogéneos, como columnas periodísticas, discursos y ensayos. Por el contrario el de Muñoz Molina es un bloque único y homogéneo, conformado como unidad y también con un estilo muy cuidado. 

¿Con cuál de los dos me quedo? Sencillamente creo que son complementarios. Con los consejos de Vargas Llosa podría salvarse la cultura más profunda, recuperar la diginidad del espíritu y salir de la vulgar frivolidad que nos está estragando los sentidos y el intelecto. Y con los de Muñoz Molina podríamos volvernos más dialogantes y responsables y superar ese c(a)inismo español que tanto nos paraliza.  Quizá las heridas sean ya muy hondas, pero quizá no todo esté perdido. Si se les hiciera caso desde la política y desde la prensa... 
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