lunes, 31 de agosto de 2020

Escritores y Dios: Natalia Sanmartín Fenollera

("Si quieres que tus hijos sean inteligentes,
léeles cuentos de hadas". Albert Einstein)
Se dice que la verdad habla por boca de los niños, los locos y también los borrachos. En el primer grupo podrían incluirse a los tres interlocutores de Prudencia Prim, la protagonista de El despertar de la señorita Prim, de Natalia Sanmartin. Creo que en la novela es notoria la presencia de personajes y espacios religiosos, con los que la protagonista tiene una relación más o menos distante al comienzo para ir poco a poco acercándose y quizá acabar rindiéndose, como parte de su conversión final a los valores del mundo idílico de San Ireneo de Arnois. 

Volviendo a los niños, en esa novela me llamó la atención uno de los diálogos de la protagonista acerca de la conexión entre los cuentos de hadas y la historia bíblica de la Salvación. Al leerlo recordé inmediatamente a Chesterton, aunque luego la novela aclara que la idea viene de Tolkien... En cualquier caso, creo que encajaría entre las habituales paradojas de Chesterton. Sea como sea, lo importante, es la frase con la que comienzo la entrada, es decir, que los escritores usan a los niños (y a los locos y a los borrachos) para decir sus verdades más profundas. Y en este caso coincido con Tolkien, Chesterton, y Tes, la niña de la novela que le aclara estas ideas a la señorita Prim:

"Sabemos que (la Redención) no se trata de un cuento de hadas normal. Sabemos que es un cuento de hadas real (...) La Redención no se parece en nada a los cuentos de hadas, señorita Prim. Son los cuentos de hadas los que se parecen a la Redención" (capítulo I, seccion 7; no cito por página porque lo he leído en versión electrónica)
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