Como decía en la entrada pasada, con esta novela he tenido mis más y mis menos. Mis más por su originalidad metaliteraria, pues siempre me han atraído los juegos de este tipo, especialmente en casos como El Quijote de Cervantes o Un drama nuevo de Tamayo y Baus. Pero en principio El Quijote y Un drama nuevo me parecen más atractivos que la metaliteratura más reciente, por estar al servicio del argumento interno de la novela y no tanto enfocada en una especie de egoncentrismo de autor que a veces no se sabe si es pura egolatría o un empleo lúdico e instrumental de lo literario. En el caso de París no se acaba..., su densidad libresca no llega a ahogar la vida del protagonista de la narración, pero hace que éste se mueva al final en un mundo ajeno al común de los mortales, que pocas veces pueden verse identificados o atraídos por sus andanzas. Pero también es cierto que el tono humorístico e irónico que Vila-Matas ha buscado para su novela se mantiene con éxito llegando a momentos de verdadera maestría que disimulan un poco el desencanto y el mundo un poco vacío en que al final se mueven todos los personajes.
Tengo que reconocer que en su conjunto se trata de una obra de referencia obligada, por la habilidad con que Vila-Matas mueve ese mundo y el empleo de recursos como esas repeticiones de frases claves, o algunos golpes de humor periódicamente recurrentes, que van muy bien con el título. Como ellos en la novela, París, la literatura, Hemingway, Duras, no se acaban nunca, son ya parte del imaginario literario universal. Logrado es también el juego acerca del formato o subgénero de la narración: ¿novela? ¿autobiografía? ¿biografía ficticia? ¿conferencia? El estilo es suelto y fluido, pero un léxico un poco más amplio y una ordenación narrativa más lineal y con menos vueltas y revueltas creo que enriquecerían y facilitarían un poco más su lectura. Para lectores y alumnos que gusten y estén familiarizados con la metaliteratura. A quienes busquen una ficción realista o historias entretenidas les parecerá demasiado libresca, aunque algunas de las anécdotas narradas en ella merecerían ser antologadas en cualquier volumen sobre el género. (Enrique Vila-Matas: París no se acaba nunca. Barcelona: Anagrama, 2003, 233 pp.).