Por curiosa coincidencia, las tres últimas novelas comentadas en este blog tienen a una o varias mujeres como principales protagonistas. Además las tres están organizadas en torno al triángulo/cuadrángulo abuela-madre-hija-nieta, aunque las ópticas de cada una de ellas es también muy diferente. La relación más optimista y divertida es obviamente la formada por Sara Allen y Gloria Star, de Caperucita en Manhattan.
Cito unas palabras del relato de Martín Gaite, que serían imposibles en boca de Elena, la protagonista de La soledad era esto, y muy difíciles pero quizá no imposibles en Virginia o Amadora, de La fiebre amarilla. Habla Miss Lunatic, la amiga tan especial de Sara: "Pero ¿a qué llaman vivir? Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos..." Podría ser una buena receta para el vacío de Elena.
Otra interesante entrada del blog sobre Martín Gaite, los feminismos y las mujeres en general aquí