jueves, 11 de noviembre de 2010

La fuente de la vida (Lourdes Ortiz)

Creo que no puedo decir muchas cosas positivas de esta novela. Quizá lo mejor ha sido su intención (la denuncia del negocio de tráfico de órganos y de las adopciones ilegales) y el ritmo de lectura que se consigue al ir alternando dos historias análogas que ocurren en países más o menos exóticos (Perú, Rumanía) y que ciertamente tienen sus dosis de intriga e incertidumbre.

Sin embargo, como pieza literaria, en su conjunto, me parece más bien mediana. No por el lenguaje, que no es pobre ni opaco, aunque sí está empleado en un formato narrativo innecesariamente complejo, con demasiados saltos y vaivenes desde el narrador en tercera persona a los monólogos interiores, y también con excesivos vaivenes en el tiempo, que aparecen sobre todo al final, para crear en el desenlace un ritmo propio de una novela de aventuras. Para el lector novel todos estos recursos pueden resultarle entretenidos y hasta interesantes porque no osurecen el seguimiento de la historia. Sin embargo, me temo que para el lector más veterano no le van a parecer ni originales ni pertinentes, no creo que le muestren nada que no haya leído ya y que le lleven a descubrir tonos de originalidad en el estilo o en la perspectiva narrativa de la novela.


Lo peor de todo me parece el tratamiento de los personajes y de la historia en sí. Tanto esos personajes como su aventura resultan demasiado cotidianos, como si no tuvieran relieve o sigularidad para constituir una historia fuera de lo común o digna de ser contada en una novela. Están como envueltos en una nube que les impide ser individuales y moverse fuera de los tópicos. Casi todos los momentos y protagonistas parecen proceder de materiales reciclados y que el lector ya conoce a través del periódico, de la televisión, del cine o de otras novelas. No quiero decir que esos personajes protagonicen historias que nos podrían ocurrir a cualquiera de nosotros, sino más bien que al final de la novela el lector se queda con la sensación de no haber aprendido nada que no supiera ya, ni de haber conocido a esos personajes nuevos e inolvidables que cualquier buena novela lleva consigo. Ahí aparecen los malos-malos, los arrepentidos que luego colaboran con el bien, la mujer fatal y las chicas ingenuas y tontitas que cooperan con el héroe, sexo a tiempo y a destiempo, matones gordos y maolientes, etc., etc. 


Al final una novela buena por sus intenciones, pero muy corta en sus logros estéticos a causa de sus excesivos tópicos. Otro finalista de esos Planetas que es mejor pasar por alto. (Lourdes Ortiz: La fuente de la vida. Barcelona: Planeta, 1995, 292 pp.).


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...