Acabo de regresar de Málaga (España) de un congreso sobre Literatura e Internet. Ha resultado muy interesante, entre otras cosas por la información acerca de las muchas direcciones en que se está desarrollando esta relación entre ambos. Algunas ideas, un poco desordenadas:
1) Esa relación está afectando tanto a la creación de textos, como a su difusión y a su lectura inmediata. 2) Ha favorecido la explosión de géneros como el microrrelato y está dando un empujón impresionante a la poesía y a la crítica independiente. 3) Al mismo tiempo está cambiando seriamente el panorama de los géneros literarios tradicionales y obligando a hablar de géneros y subgéneros ciberliterarios. 4) La inclusión de componentes hipertextuales, visuales, sonoros, así como la consecuente aparición de diferentes niveles textuales y de lectura, puede extender esos géneros y subgéneros hasta el infinito. 5) De todas formas hay que seguir distinguiendo entre cantidad y calidad. Una prueba de ello es el creciente número de antologías impresas de entradas, poemas, microrrelatos y cuentos que han sido publicados previamente en formato electrónico. Internet se está convirtiendo en el banco de pruebas de muchos escritores pero el libro impreso sigue siendo visto como el punto de consagración. 6) Hay que establecer una clara disitinción entre literatura digital, que es la que sólo se puede leer en formato electrónico, y literatura digitalizada, que es la que procede de un formato impreso previo. 7) Los datos procedentes de medidores como Google Analytics pueden contribuir entender la recepción de una novela, de un autor, de un género en una manera más precisa, aunque todavía inexacta, que otros métodos utilizados hasta ahora (listas de libros más vendidos o reseñados, etc.) 8) Sigue siendo un campo en plena efervescencia, con muchas direcciones aún por determinar; algunas manifestaciones desaparecerán, otras se purificarán, y otras perfeccionarán o complicarán su formato actual. 9) En gran medida su futuro estará determinado también por las tendencias lectoras y creativas de las generaciones más jóvenes, la llamada generation text. Y 10) En este sentido, se puede convertir en un excelente medio de difusión de los clásicos, como ya ha podido comprobarse a través del de algunas lecturas en línea (un buen ejemplo en el blog La acequia y su lectura de El Quijote).
Personalmente, supongo que por ahora va a seguir habiendo cierta resistencia a la mezcla indiscriminada de ambos formatos. También creo que el texto impreso va a seguir manteniendo su aura de prestigio por encima del formato virtual. Pero también me parece innegable que los cambios y progresos tecnológicos van a obligar a la literatura a una especie de autorregeneración, en su momento creativo, en su difusión y en su lectura. El principal dilema será si la buena literatura puede aprovechar la tecnología para llegar a más lectores, para mejorar la calidad y para no perderse en especulaciones y experimentalismos que le alejen de su principal misión: explicarnos quiénes sómos y cómo o por qué nos comportamos como lo hacemos.