jueves, 24 de febrero de 2011

El ajuar de mamá (José Jiménez Lozano)

Como dejaba sugerido en mi entrada anterior, este libro ha sido otra de mis afortunadas lecturas en lo que llevamos de año. Son muchas las notas que se agradecen de una colección de cuentos como ésta y de un escritor como Jiménez Lozano. Entre ellas destaca ese estilo vivo y flexible, capaz de moldearse tanto a narraciones llenas de oralidad y de modos del lenguaje hablado como a otras más propiamente librescas. No digo nada nuevo al recordar que Jiménez Lozano es uno de nuestros mejores escritores actuales y que ese dominio y maestría con el lenguaje le acabarán convirtiendo en uno de nuestros clásicos.

La segunda puede ser la variedad temática de esas narraciones. Puede decirse que hay una línea dominante, que sería esa evocación de gentes sencillas y anónimas que ven cómo el pasado se va perdiendo y cómo va llegando un presente que no siempre entienden y que no siempre es mejor o más humano. El ajuar de mamá, el título del libro, resume muy bien lo que significa esta recopilación, es decir, un conjunto de variados y aparentemente aislados momentos del pasado que el autor y sus personajes recuperan para tratar de asentar su identidad ante un presente más bien inquietante. Esa búsqueda no siempre es fructífera, y abunda en momentos de dolor y desengaño, pero siempre suavizados por el cariño que Jiménez Lozano con que envuelve a esos personajes en los que muchos lectores pueden reconocerse a sí mismos o, al menos, a personas de carne y hueso relativamente cercanas.


Sobre esa línea se insertan otros relatos de diversa índole, bien sea política, alegórica, fantástica o histórica. Lo que resulta al final es una serie de cuentos de argumentos variados, que huye de la monotonía, y también la imagen de un escritor inconforme consigo mismo precisamente por su amor y su confianza en la literatura, porque cree que ésta puede llegar siempre a nuevos lugares, a nuevos personajes y a nuevos tonos e historias.


Al final  -y es una de las cosas que más he agradecido- se ve el espíritu de libertad interior y personal que guía a Jiménez Lozano. En esos cuentos donde sus personajes se enfrentan con los pequeños -pero más inmediatos- cambios  históricos, no es difícil ver el la actitud crítica del autor hacia la deshumanización o hipocresías del presente, pero esta crítica va más allá de las modas y los tópicos, y especialmente más allá de lo políticamente correcto y de cualquier pesimismo desesperanzado. En este sentido Jiménez Lozano sigue siendo un escritor de referencia para quienes gusten de una literatura  y unas ideas al margen de modas y clichés, que precisamente es el tipo de literatura más personal y más perdurable. 


Como digo, la mayoría de los cuentos se ambientan en ese mundo rural o humilde de la Castilla que tan bien conoce y que tanto aprecia el autor, en sus gentes y en su historia, pero también abundan los relatos fantásticos ("El testigo"), los de denuncia histórica ("Baruch"), las alegorías y críticas a los sistemas políticos o al "cuarto poder" ("El Amado del Pueblo", "El defensor"), el humor ("El plan secreto"), etc.  Es probable que algunos de estos relatos no lleguen del todo a aquellos lectores que no conozcan mucho de la vida rural o que no hayan experimentado en primera persona los cambios sociopolíticos de la Transición, pero también creo que llenará a cualquiera que guste de una buena literatura y de ver cómo un escritor ya consagrado evita repetirse a sí mismo y sigue explorando las posiblidades del buen hacer literario. Los cuentos, además, son cortos, por lo que les cae muy bien la famosa sentencia de Baltasar Gracián: "lo bueno, si breve, dos veces bueno" (José Jiménez Lozano: El ajuar de mamá. Palencia: Menoscuarto, 2006, 238 pp.).





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