jueves, 21 de octubre de 2010

Las islas extraordinarias (Gonzalo Torrente Ballester)

Esta interesante y lograda novela corta de Torrente Ballester resulta entretenida y fácil de leer. Al mismo tiempo, encierra una crítica profunda y seria sobre los mecanismos del poder y las tendencias de dictadores y gobiernos a regular la vida personal de sus ciudadanos y a crear una especie de utopía o estado de bienestar que adormezca o apague las iniciativas individuales.

La novela en sí me ha parecido sencilla e intensa. Sencilla porque no presenta complicaciones estructurales o compositivas. La acción es lineal y la única voz narrativa es la del detective y principal protagonista, contratado para desenmascarar la conspiración contra Su Excelencia, el dictador de las Tres Islas. El desenlace también sorprende y es de ésos que las reseñas no deben revelar. Igualmennte, el lenguaje huye de complicaciones y rebuscamientos, pero se nota ágil y rico. 


Y me ha parecido intensa porque el autor ha sabido muy bien evitar la creación de un mundo completamente utópico o fantástico, sin conexiones con el nuestro. A través de ciertos recursos, como esos puentes que unen a las islas con el continente o ese conocimiento que los isleños tienen del resto del mundo, la vida casi perfecta pero también inhumana de las Tres Islas se nos presenta como algo mucho más cercano y posible hasta la amenaza. 
En este sentido, quizá el logro que más me haya llamado la atención es la entidad de los personajes, que en una novela como ésta podrían haber quedado reducidos al mero nivel de símbolos pero que sin embargo al final también resultan individualizados y casi de carne y hueso, y por eso más cercanos al lector. Los diálogos que el detective mantiene con los diferentes responsables de las islas son una reflexión lúcida y perturbadora sobre los mecanismos y los alcances del poder, y darían para bastantes discusiones de fondo. Más de un lector no podrá leerlos sin cierto temblor por su evocación de gobiernos más o menos democráticos. 

El autor ha sabido mantener el equilibrio en todo ello, y tanto la acción de tonos detectivescos o de aventura, como las reflexiones políticas o las propiamente interiores del narrador guardan la proporción debida, que hace que no se eche en falta nada, ni nada se considere supefluo. Al final, una novela necesaria, que en cierto sentido puede resumir o 'ahorrar' la lectura de otras novelas de dictadores, como El Señor Presidente, Yo el Supremo, o El otoño del patriarca. (Gonzalo Torrente Ballester: Las islas extraordinarias. Barcelona: Planeta: 1994, 168 pp.).



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