Leer la recopilación de los relatos cortos de Fernández Cubas es un ejercicio placentero y gratificante por dos razones. La primera por ver cómo la autora ha conseguido crear un mundo y una voz únicos a través de ese género literario que hasta hace poco era considerado secundario. Creo que después de ella queda claro que escribir un buen cuento, y sobre todo un volumen de buenos cuentos, prácticamente irremplazables, tiene el mismo mérito que escribir una novela, y –perdón por la obviedad– mucho más que una mediana novela. La segunda es ver el progreso y la creciente maestría que Fernández Cubas muestra a lo largo de su producción. Aunque alguno de sus primeros relatos, como "Mi hermana Elba", eran ya piezas antológicas, en otros todavía se notaban los esfuerzos y luchas para dar con la expresión precisa o para aumentar la cohesión del argumento. En los últimos, lo que vemos es la habilidad de una maestra del género en ambas facetas. A algún lector le podrá parecer un poco repetitivo el tipo de ambientes y mundos recreados en los relatos. Creo que es en parte cierto, y también inevitable, dado la orientación y temática fantástica y deconstructora elegida por Fernández Cubas. Por eso a veces el conjunto resulta un poco pesimista. Pero al mismo tiempo, la autora ha conseguido demostrar que en España también pueden los mundos y estilos personales de Edgar A. Poe y Horacio Quiroga, que creo que es uno de los mejores elogios que puede recibir un cuentista. Entre sus relatos me quedo con "El ángulo del horror", quizá porque fue el que me llevó a descubrir a Fernández cubas. En mis clases hemos leído "El ángulo del horror", que es junto a "Helicón" el que más gusta a los alumnos, aunque a veces les cuesta recrear la línea narrativa del relato por los abundantes retrocesos con que se construye la narración (Cristina Fernández Cubas: Todos los cuentos; El ángulo del horror. Barcelona: Tusquets, 2008, 1990).